sábado, 9 de octubre de 2010

tótem #41: en fuego seas quemada



Título: La pasión de Juana de Arco / La passion de Jean d'Arc
Director: Carl Theodor Dreyer
Año: 1928
Guión: Joseph Delteil, Carl Theodor Dreyer

Esta película de talla imponente tiene la madera de superviviente nato de su protagonista. Dreyer fabricó un cuadro impresionante para el destello mate y rotundo de una Renée Jeanne Falconetti sobrecogedora. Su interpretación expresionista y esos primerísimos planos que son pura pornografía psicológica han pasado a la historia del cine como cumbres insuperables. Son dos de los detalles que más impresionan de una película emocional, de rostros y de almas, de una belleza pura y deslumbrante.

La vida del film corre paralela a la historia que cuenta. No fue bien recibido en ciertos sectores (como era de esperar) y fue destruído por el fuego. Por suerte, una copia de buena calidad encontrada en los años 80 hace que podamos acercarnos si no a lo que fue la película, sí a una aproximación poderosa e impactante. Es una suerte que la maestría del rodaje del genial cineasta danés no se haya perdido para siempre. Así podremos gozar una y otra vez de esas lágrimas lacerantes y esa faz expresiva y torturada que es el auténtico reflejo de una Virgen Dolorosa. El sello eterno de una película que no se tira por el lado del nacionalismo (apenas es esbozado) sino por el de la lucha contra la sinrazón, las imposiciones y el fanatismo. Sí, una fe inquebrantable en unas creencias que pueden hacer arder a cualquiera. A cualquiera con un alma propia y una voluntad de acero.

Pero tampoco esta dureza puede explicar la fascinación pictórica de una obra que emana dolor como pocas. Dolor auténtico, un poema visual inconmesurable con el dolor más punzante que imaginarse pueda, la aceptación de la certeza de enfrentarse a un destino injusto e inexorable. Estas son las claves sobre las que avanza la película. Con la lentitud de una procesión que no por solemne es menos impía.

Curiosidades:

- Los actores en esta película seguían a rajatabla la obsesión de Dreyer sobre la ausencia de maquillaje. Eso no hace más que dar más rugosidad a unas imágenes que sin ese realce tienen una cualidad icónica en estrecha relación con la pintura.

- Falconetti (la protagonista) realiza aquí su segundo papel y el último en una película. Corren leyendas sobre el rodaje que dicen que el director la obligaba a arrodillarse sobre la dura piedra y a mantener a la vez una expresión incólume en su rostro sin un ápice de sentimiento o expresión.

- La película se creyó perdida para siempre por el fuego hasta que se encontró una copia en buen estado en 1981. El lugar no podría ser más sugerente: el cuarto de un conserje de una institución mental en Oslo.

- Efectivamente, la banda sonora que suena en el trozo que encabeza esta entrada no es la música original sino un montaje con la maravillosa canción "Joan of Arc" de Leonard Cohen. Ni encaja con las imágenes, lo sé, pero hay algo en la letra de ese deseo inaprensible, ese anhelo inalcanzable. Y a eso no me resisto.

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