lunes, 15 de noviembre de 2010

El ardor

PJ Harvey, la medusa del rock, la musa de la música independiente. Han pasado unos añitos desde aquel debut yermo y crujiente como una rama seca. Desde ese Dry (92) se han sucedido uno tras otro incontables cañonazos de rock escarpado edificados sobre unas creencias inamovibles. 

Polly Jean se negó desde el principio a ser una nueva muñequita del movimiento riot grrrl y construyó su pirámide en igualdad de condiciones con los dominadores masculinos del rock underground. Tampoco quería ser la nueva Patti Smith. Aunque los paralelismos eran obvios, pronto demostró que su lírica y su estilo iban por otro lado. Alejada del misticismo beat se arrimó al rock a lo Nirvana desde el blues, Bob Dylan y Captain Beefheart. Decían que era la Nick Cave femenina (no solo por la relación que mantuvo con el australiano) y era mucho más. La Harvey siempre ha tenido mucho que decir y ha sabido cómo decirlo en todo momento.

Orgullosa de sus fluidos y certera en sus apreciaciones, ha hecho del desgarro una señal de identidad y ha llevado el término torch song a un impensable contexto rock donde las guitarras arañan, flotan, gimen y acunan esas palabras que cortan como un cuchillo de hielo. PJ Harvey está entre las últimas grandes de la música. Será difícil que surja otra con su influencia y su poso. Disfrutemos de su grito de especie en extinción. Como una fiera herida y orgullosa.

3 BÁSICOS

Rid of Me (93) *****

Aridez, tensión y rasgaduras en un disco de rock duro, sincero, brutal. Produce Steve Albini y es toda una declaración de intenciones que en trallazos como "Rid of Me", "Me-Jane" o "Man-Size Sextet" ofrece lo más brutal que haya creado la de Dorset. No son los únicos en un clásico para la posteridad. Los gritos de una chica aprisionada en un cuerpo y un mundo que asfixian.

Una copla: "Me-Jane"

To Bring You My Love (95) ****1/2

Aquí nuestra heroína se vuelve más lírica sin perder un ápice de su fuerza. Ganan los matices en otra obra maestra que ofrece picos de tensión gigantescos ("Meet Ze Monsta", "Long Snake Moan") y embalses de electricidad pantanosa o atmosférica inigualables ("To Bring You My Love", "Working For the Man", "Down By the Water", "The Dancer"). Sin olvidar ese par de arrebatos acústicos para la posteridad ("C'mon Billy", "Send His Love to Me"). Seda arrugada.

Una copla: "The Dancer"

Let England Shake (11) ****1/2

La Harvey se encontraba en una encrucijada y eligió el camino correcto para reencontrar una creatividad algo mustia. En este disco se reencuentra con su público y lo diversifica. Es un disco novedoso por su aparente dulzura. Solo es una apariencia falsa que es demolida en cuanto las letras nos sumergen en la negrura como un puñetazo en los morros. En este disco la cantante ajusta cuentas con su tierra y el mundo. Con la avaricia y el inmovilismo. Sola contra todos denuncia y glosa injusticias de una manera original y sublime. Y claro al final da con un trabajo irrepetible.

Una copla: "The Glorious Land"

La mejor canción
Ya que no ha habido espacio para el disco que la contiene, trataremos de enmendar el crimen con la inclusión de uno de sus temas más emblemáticos. "Good Fortune" recoge en cierta forma el testigo que tendiera décadas antes Patti Smith para ofrecer una melodía de rock gozoso y rítmico un poco a lo "Dancin' Barefoot" pero más eufórico. Un pelotazo impepinable que si no es claramente el mejor de la británica sí que se codea con los más grandes sin pudor, con la cabeza alta y el corazón henchido de gozo.

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