**1/2. Ante todo siempre hay que desconfiar de una banda que saca su nombre de La historia interminable (Michael Ende, 79). Es lo correcto porque aunque me encanta el libro, no deja de ser un relato infantil, no lo olvidemos. Con estos prejuicios fundados me acerco al debut que ha causado más revuelo en este país en, digamos, una década. Y el veredicto final es… hay que ser generoso, y lo soy, pero de sensación de la temporada ni hablar.
Honestamente, esto es un buen estreno en largo que surge de la experiencia de un grupo fogueado en el local de ensayo durante 9 años pero como digo, en su conjunto he de disentir ante la marea de entusiasmo que ha levantado. Las melodías se sostienen, sobre todo las de la primera mitad del disco, pero ni las letras entre el realismo urbano y el mágico me convencen al cien por cien, ni mucho menos me engatusa la hiperexpresividad vocal del cantante. A medio camino entre Jeff Buckley y Bunbury, se pasa tres pueblos con la emoción. Soy de los que piensan que no es necesario forzar tanto el temblor. Que cuando se busca tanto erizar vellos se suele fracasar. Y eso que con el crescendo sostenido de "Autocrítica" parecía que me estaba enfrentando casi a un clásico.
Mucho me temo que las buenas formas de la banda se van a quedar en buenas intenciones y que esto no va a cristalizar en una carrera apetitosa. Este disco engaña. Hoy me parece buenecete. Pero ¿y dentro de un año? Lo dudo muchísimo. ¿Y dentro de una semana?...
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