MALDITISMO IMPOSTADO. Estos cuatro ínclitos, sospechosos de crímenes terribles contra la humanidad, se enfrentan a lo que para ellos debe ser el proyecto definitivo: dar forma a lo informe, bañar el malditismo en música más o menos libre, y de paso darse ellos un baño de lleno en ese malditismo que todos sabemos que les encanta. Otra cosa es que les quede natural. Ni Carlos Ann ni Bunbury pueden ser llamados el colmo de la modestia ni de la naturalidad. Y eso añadido a la poesía irredenta, cruel y hermética de un Panero que merece todo mi respeto, no hace más que ahondar en un exceso que no le hace ningún bien al poeta. Se entiende que él no lo vea (demasiado tiene encima), sobre todo cuando todos sabemos lo que halagan unos admiradores rendidos ante tu obra.
El resultado es lo que se esperaba ante tamaño proyecto que además, por si fuera poco, es doble. La mística coprófaga, el ateísmo sanguinario tratan de elevarse al infinito mediante voces malotas y ritmos de piano arpegiado, algo de rock improvisado y tecno duro y simplón. Ni los recitados calan, ni la música, apenas trabajada, emociona. Esto es un fruto (que trata de ser) podrido adornado y ampliado de una manera megalomaníaca y excesiva. Así no hay quien se fije en la poesía, la cual parecía ser el eje central, y ha pasado a ser un algo accesorio. La excusa perfecta para el "lucimiento" de unos "artistas" dudosos que demuestran que no deben salirse de lo suyo. Sus fans lo agradecerán. Y nosotros también.
PD: Al menos me han despertado la curiosidad por la figura de este poeta olvidado, extraño, violento… y embriagado(r).
★☆☆☆☆
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