Pink Floyd, dueños de una carrera tan irregular como mastodóntica, no podían faltar en esta sección. En más de 30 años de actividad han probado los límites del sonido y del buen gusto amasando una turba fanática de seguidores que han jugado a la idolatría perdonándoselo casi todo. Tampoco es que sea algo incomprensible.
Cualquier buen seguidor de la banda apreciará tres etapas claramente diferenciadas. Es algo consensuado hasta la extenuación. La primera sería la que correspondería al liderazgo de Syd Barrett. Solo duraría un disco y medio. Se caracteriza por la experimentación psicodélica más ácida, la electricidad espacial y el humor retorcido. Posteriormente vendría el gobierno de Roger Waters bien secundado por el recién llegado David Gilmour. Es la etapa más larga y ha dado obras maestras más o menos indiscutibles. The Dark Side of the Moon (73), Wish You Were Here (75) o The Wall (79) son de esta época. Por último, Waters dejó la banda, y Gilmour tomó el mando para cerrar la exitosa carrera de una de las bandas más gigantescas (en todos los aspectos) que haya existido jamás.
La megalomanía de la banda, sus óperas rock, y en fin, todo lo que en ella apunta al ultraefectismo barato y pretencioso ha sido su gran lastre. La crítica seria siempre ha tenido un problema para digerir a Pink Floyd. Sin embargo el grupo tiene una cosa muy valiosa de la que nace todo este exceso. Me refiero a su búsqueda constante, a ese deseo de ofrecer algo nuevo y valioso en cada disco. En un afán por no repetirse se involucraban en proyectos tan ambiciosos y costosos como espectaculares. Creo que deberíamos quedarnos con esa inquietud. Esa que les llevó a tocar a solas en Pompeya o en Venecia, o a crear esas campañas de promoción tan originales con cerdos voladores o camas sobrevolando el Támesis. Definitivamente fueron grandes. Y encima, sin pretenderlo, nos trajeron el punk. ¿Se puede pedir más?
3 básicos
The Piper at the Gates of Dawn (67) *****
Syd Barrett se vacía en esta obra maestra del rock psicodélico. Ruiditos alienígenas y letras de otra galaxia especian esta obra rompedora y de encanto visionario. Sobredosis de electricidad y cuentos de hadas en medio de la pesadilla caleidoscópica.
Una copla: "Bike"
The Dark Side of the Moon (73) ***1/2
Primer intento serio de disco conceptual, este disco escapista está entre los más favoritos para el gran público. No solo entre la discografía de Pink Floyd sino de toda la historia. Lo cierto es que encuentro que hay mucho que mejorar aquí aunque no le niego su capacidad para emocionar e hipnotizar.
Una copla: "Money"
Wish You Were Here (75) ***1/2
Debería atender a mis gustos y poner en este lugar A Saucerful of Secrets (68) pero la importancia de este disco es capital. Al menos dentro de la discografía y los corazones de miles de fans. No quiero quitarles la razón. Aquí el grupo refina las ideas del anterior y las cristalizan en un temazo mastodóntico que abre y cierra el trabajo ofreciendo la mejor muestra del sonido y la idiosincrasia del grupo. Ahora bien, creerse que se lo dedicaban a Barrett me parece excesivo. ¿Ojalá estuvieras aquí? ¡Qué bien sabían todos que eso no era posible!
Una copla: "Shine On You Crazy Diamond"
Su mejor canción
"Astronomy Domine" abre su primer disco. Y a la vez ya está cerrando una etapa irrepetible. No hay mejor momento en la carrera del combo que sume tantos enteros de aspereza sonora con un claro y a la vez borroso objetivo cósmico. Un riff que empieza delimitado va emborronándose y soltando vapores tóxicos y nos eleva a las nubes, la estratosfera, la vía láctea, el universo desconocido...
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