domingo, 10 de abril de 2011

Alienación, locura e ínfulas de grandeza

The Wall (Pink Floyd, 1979)

 

ÓPERA ROCK SINFÓNICA. Menudo marrón es The Wall a estas alturas de la película. Para empezar dejaré claro que me parece una obra esencial dentro de la historia de la música. Como tal ha sido un faro en el que se han mirado muchos y una suerte de santo grial que han perseguido con avaricia. Y dicho esto, decir que esto es una obra maestra, o siquiera un gran disco, me temo que es decir demasiado. Aquí Pink Floyd se emborrachan de concepto como nunca hasta la fecha. Siguen las indicaciones entre dictatoriales y visionarias de un Roger Waters que aparece aquí henchido de ego. Hasta ellos (el resto de la banda) lo admiten: musicalmente es endeble. Pues sí. Y líricamente es infantil, si me apuran. Demasiada ñoñez hasta arriba de anabolizantes. Demasiada tensión en el seno de una banda que llegaba con este mastodonte a un callejón sin salida.

En este hijo suyo, Waters vomitaría todo lo que le quemaba en forma de ópera rock teatral con argumento. Le añadiría una peliculita cuando menos dudosa y llamaría a Bob Ezrin para que le diera forma al mazacote. Eso sí, que no esperara crédito por su trabajo. Aquí estaba todo más que repartido y debía quedar claro desde el principio que el disco era un producto ideado y realizado por Waters et al. sin intromisión externa de cara a la galería. Lo cierto es que el productor no solo dio forma a las ideas más o menos dispersas de Roger sino que las empastó y las dotó de lo necesario para que la historia de Pink fuera algo más que un cuentecillo resultón y tornara un espectáculo de rock teatral con todas las fisuras que se quiera pero de una efectividad indudable. Todo ello, eso sí, apelando a la épica pretenciosa y al lirismo de cartón piedra más que nunca antes en la obra de Pink Floyd. 


Es cierto que el undécimo disco de la banda tiene momentos memorables. Tan cierto como que quedan diluidos en medio de un potaje al que le sobran ingredientes. Para bien o para mal se percibe casi de inmediato que estamos ante un disco muy grande. En The Wall se aprecia su importancia como la de una catedral que se alza por encima del skyline de cualquier villorrio. Otra cosa es entrar para descubrir que la simpleza de su interior raya el mal gusto. Vamos, que gracias por existir, pero no me invites a tu fiesta.

★★★☆☆

A1 In the Flesh?
A2 The Thin Ice
A3 Another Brick in the Wall Part 1
A4 The Happiest Days of Our Lives
A5 Another Brick in the Wall Part 2
A6 Mother
B1 Goodbye Blue Sky
B2 Empty Spaces
B3 Young Lust
B4 One of My Turns
B5 Don't Leave Me Now
B6 Another Brick in the Wall Part 3
B7 Goodbye Cruel World
 
C1 Hey You
C2 Is There Anybody Out There?
C3 Nobody Home
C4 Vera
C5 Bring the Boys Back Home
C6 Comfortably Numb
D1 The Show Must Go On
D2 In the Flesh
D3 Run Like Hell
D4 Waiting for the Worms
D5 Stop
D6 The Trial
D7 Outside the Wall

Total: 80 min.

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