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Neil Young on fire estrena los 90 con un disco tan rotundo como la gema que lo abre.
Ragged Glory se presenta al mundo con la gloria eléctrica de un alegato campestre y rudo vertebrado sobre el ruído y la furia más desaforada sobre la que cabalga una melodía de una sencillez inmortal. No es poco el colchón sobre el que Young retuerce su guitarra en un diálogo imposible contra el reloj y la impostura. Jamás siete minutos sonaron tan breves, tan justos y tan necesarios.
"Country Home".
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