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I Don't Mind" de unos Buzzcocks reinventándose tras la marcha de Howard Devoto. Conservando intacto el olfato para la melodía más jodidamente euforizante y el vitriolo necesario para prenderle fuego a base de feedback rugoso. La demostración palpable de que si los Pistols eran los peligrosos y The Clash los superclase, los Buzzcocks podían ser perfectamente los más elegantes del vertedero.
Sing along boys and girls!
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