El malditismo también tiene su hueco en cosas como "I Spy", "Pencil Skirt" o "Live Bed Show", entre Scott Walker, Tindersticks y lo más oscuro de la chanson. Cocker sabe cómo impresionar con una voz que no conoce la vergüenza y que se muestra expresiva y convincente en cada requiebro. No solo aquí sino a lo largo de todo el disco. Poblando un periplo en el que el pop comanda y se gusta como en las maravillosas "Disco 2000", "Something Changed", "Underwear" o "Monday Morning", a la vez que picotea de otras turgencias más sintéticas y duras ("F.E.E.L.I.N.G.C.A.L.L.E.D.L.O.V.E"), para acabar entregado a la gloria del pellizco ("Bar Italia").
Este fue sin duda un disco que no pudieron igualar. Ni siquiera con su inapelable continuación. Aquí se conjuraron los astros para alumbrar un momento irrepetible porque fueron generosos con el pique y el azúcar, y aunque al principio parecen empalagar, al final le coges el punto y no te resistes a repetir. Una y otra vez.
★★★★☆
No hay comentarios:
Publicar un comentario