sábado, 13 de febrero de 2016

¡Rueda, fortuna!

Wheels of Fire (Cream, 1968)


BLUES ROCK PSICODÉLICO. No sé si este fue el primer disco en combinar grabaciones en estudio y directo. Sí que fue el primer álbum doble en alcanzar el disco de platino con sus ventas y en cierta forma fue el paradigma en el que se miraron, con mayor o menor fortuna, otras grabaciones "insignes" como "Ummagumma" (Pink Floyd, 1969), "Rattle & Hum" (U2, 1988) o "New Adventures in Hi-Fi" (R.E.M., 1996), por decir unas cuantas.

Es este formato un asunto a menudo problemático. En primer lugar, casi obliga a llenar un LP doble, y todos sabemos que eso puede acabar resultando pesadete en grado sumo para el oyente. Lo cierto es que pocas veces se ha dado tan bien en el clavo como en este clásico que nos ocupa. Ninguno de los discos mencionados anteriormente alcanza a rozarlo ni en calidad ni en aura ni en perdurabilidad.

Wheels of Fire está entre los favoritos de siempre para el fan de Cream. No me extraña. Tiene una fuerza mastodóntica que fluye borboteante a partir de un sonido inmenso. Yo prefiero la concreción de Disraeli Gears (1967), pero reconozco la valía de estas piezas de blues máximo. "White Room", "Sitting on Top of the World", "Deserted Cities of the Heart" son clasicazos por derecho, y están entre lo mejor que compusiera/adaptara la banda británica.

En cuanto al disco en directo, no tiene desperdicio, a pesar de pecar de exceso. Cuatro canciones para llenar un LP no me parece el colmo de la síntesis, cierto, pero no reconocer la fuerza atávica de "Crossroads" o la suprema "Spoonful" siempre será injusto. Como también hay que reconocer que a la dupla final llego algo cansado ya. Disfruto en lo que vale ese ejercicio visceral a la armónica por parte de Jack Bruce, que es "Traintime", y me cuesta bastante más ese leviatán que surge de las profundidades de la batería de Ginger Baker con el que echan la persiana. No, cerrar un disco con dieciséis minutos de solo de batería no refresca ni deja ganas de repetir.

Tiene sus peros, mas Wheels of Fire es un disco genial. Una obra que merece el aura que el tiempo le ha otorgado. Un clásico esencial si te gusta el blues bestia que se fabricaba en las islas a finales de los 60. Ese rock psicodélico de raíz negroide que no acabará de maravillar al purista, pero que ha escrito páginas imborrables en la cultura popular. Esta es una de ellas y conviene revisarla de vez en cuando, porque Cream fue un grupazo y obras como esta contribuirán a que eso no se olvide jamás.
 
★★★★☆
 
In the Studio
A1 White Room 4:56
A2 Sitting on Top of the World 4:56
A3 Passing the Time 4:31
A4 As You Said 4:19
B1 Pressed Rat and Warthog 3:13
B2 Politician 4:11
B3 Those Were the Days 2:52
B4 Born Under a Bad Sign 3:08
B5 Deserted Cities of the Heart 4:36
 
Live at the Fillmore
C1 Crossroads 4:13
C2 Spoonful 16:44
D1 Traintime 6:52
D2 Toad 15:53
Total: 80:24
 
Lo más curioso del disco es el segundo volumen, el cual muestra las habilidades instrumentales de los tres miembros del grupo. Y no es casualidad, ya que el productor, Felix Pappalardi, se empeñó en elegir estos cuatro temas para dejar constancia de la versatilidad y la potencia inigualable del trío. 
 

Así, la cara A deja bien claro el virtuosismo de Eric Clapton y en la B podemos disfrutar de esa combinación irresistible entre la armónica y la voz de Jack Bruce (aliento sobre el micro incluido) junto al poder ilimitado de Ginger Baker a los tambores. Mitos por derecho propio regalando al mundo sus mejores virtudes.

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