RAÏ/ROCK. Después de un ejercicio de corte más tradicionalista, Taha vuelve a refocilarse en el rock de su juventud y lo fusiona con sus raíces para dar con un disco de rock arábigo en toda regla. Para ello apela a Led Zeppelin y al veneno de los riffs en bucle, además de a esa rítmica obsesiva levantamuertos que lo ha hecho famoso.
"Made in Medina" es un ejercicio más intenso que su predecesor, "Diwân" (1998), quizás por estar formado por composiciones originales del franco-argelino. Un artefacto fabricado para nutrir sus intensos directos, los cuales no volvieron a ser iguales tras poder contar con el poder atávico de trallazos como "Barra Barra", "Foqt Foqt" o ese monumento discotequero con el que cierra, "Garab", épica electrónica ideal para clausurar sus conciertos. Algo que quedaría refrendado en el posterior "Live" (2001).
Y no es que el disco no tenga defectos, lo que pasa es que no me queda claro si estos son tal o entra en juego nuestra estrechez de miras occidental. Las canciones siguen siendo repetitivas y largas como ríos y eso puede llegar a cansar. Problema nuestro, seguro. Si lo superamos lo veremos meridiano. Rachid Taha sigue volando a gran altura.
★★★★☆
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