ROCK RADIKAL VASCO. Según tenía entendido, el rock radikal vasco siempre ha sido bastante pobre musicalmente. Nada que objetar respecto a la actitud y la vehemencia de su posicionamiento, pero como digo, poco que ofrecer para el tímpano curtido. Con esta premisa no es de extrañar la sorpresa que produce este debut, auténtica piedra fundacional y referencial para todo un movimiento.
Y es que los Clash alaveses muestran ya desde el principio una apertura de miras poco común entre sus compañeros. Mezclan sabiamente ska, rock e incluso un funk denso, y lo hacen con desparpajo, frescura y ¿por qué no? diversión. Toda una revelación de manos de un grupo fino, fino, filipino. Una banda que, guiada por la voz y la actitud irreductible de Gari, sabe lo que se hace en todo momento. Desde el segundo en el que decidieron bautizarse en honor de (o como burla a) The Police.
Los gasteiztarras siempre fueron animales de directo, convirtiendo sus conciertos en auténticas fiestas de desbarre asegurado y mala leche. La misma que se le escapaba a su vocalista por la boquita, no solo por sus alegatos antisistema, sino sobre todo por su estilo inmisericorde y abrupto, que podía dejar temblando al mismísimo Joe Strummer. Nacionalistas de pro, tampoco se plegaron por completo a los deseos de los radicales (a veces sí que siguieron sus directrices, aunque fuese por dinero). Ni el estado, ni el PNV, ni el "vasquismo" mal entendido, ni la policía se libraron de sus salivazos.
No sé si The Clash hubieran compartido algunas de sus ideas. Probablemente no hubieran ido a muerte con todas. Lo que sí es seguro es que hubieran flipado con su rock expansivo y su actitud irreductible. De ahí su sobrenombre. Más que una losa, toda una "roja insignia del valor". De tú a tú con todas las de la ley, aunque solo fuera por este disco.
Xxx
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