Y no era algo trivial, pero le sale la jugada al transformar "Soup Song" en un auténtico brebaje de brujas con ese teclado sacado del pantano y ese xilófono robado a Dr. John; cumple con creces con el esqueleto viviente en que deja a "Alifib"; satisface con una vigorosa aunque parca revisión del "I'm a Believer"; y casi nos conquista con el semifallo de "Sea Song". Sin duda era el momento más difícil. Enfrentarse a la que puede ser su mejor canción. No le tembló la voz, ni el pulso, pero el solo autista no invitaba a la empatía y ese aire entre roto y deconstruido no convence del todo. Gracias a su voz sí que mantiene la intensidad casi intacta, que no es poco, para una canción que en su versión original es todo sonido y ambiente, textura, emoción, como una flor arrancada de otro mundo.
Magnífico cachito de un genio entonces en ciernes con mucho que decir…
★★★☆☆
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