EXPERIMENTO VOCAL. Algunos artistas usan los EPs para ampliar sus horizontes y otros para entregar lo que les sobra. Sin ser esto la panacea del canon de Robert Wyatt, puedo afirmar que este disco se encuadra entre los primeros. Es indudable el sólido aliento vanguardista que agita a una obra que se nutre del influjo de una voz que insufla latidos y sentimientos sin verbalizarlos.
El primero es un tema realmente intrigante que continúa, se desborda en una continuación que se deriva directamente de él. Asuntos serios y realmente duros para el oyente casual. Aparentemente no expresan gran cosa, pero te acaban alcanzando de lleno. Wyatt siempre ha sabido dónde y cómo golpear. Y así nos vamos tragando un tema tras otro, mecidos por esa voz que no sabemos si se lamenta o llora de gozo. Sí, en el tercer corte tampoco hay palabras, sólo llanto y un piano que se desmorona junto a toda la percusión a su alrededor. Algo que se repite desde una perspectiva algo más amable en el cuarto y que hace crecer la sorpresa que nos golpea en el cierre, cuando Wyatt por fin se decide a contarnos algo más allá de sus gemidos.
"A Short Break" es un disco interesante. En su corto minutaje muestra el lado más travieso del de Bristol. Le sirvió como epílogo a su curioso "Dondestan" (1991) y sería su última obra en cinco años. Una entrega escasa y difícil que se hace su hueco a pesar de sus taras.
★★★☆☆
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