viernes, 22 de diciembre de 2017

Glam de alcantarilla

New York Dolls (New York Dolls, 1973)
 

GLAM DE ALCANTARILLA. El jaleo que armaron estas putazas fue de traca. Y no me extraña tras ingerir su debut, en el que bulle el cruce infecto entre Stones y Stooges. Ataviados con las mejores galas que pudieron sacar de las alcantarillas, se regodean en un rock 'n' roll voluptuoso que hace trizas el glam de manera salvaje. 

Está claro, los New York Dolls pillaron de muchos sitios y se cagaron en sus orígenes a base de tralla silvestre y primitivismo profusamente adornado. Meten teclados y coros, pero su ornamento preferido es la electricidad a chorro, un voltaje que alcanza cumbres inusitadas en "Frankenstein", donde el duelo poco ortodoxo de las guitarras de Johnny Thunders y Sylvain Sylvain amenaza con hacer estallar los altavoces.

New York Dolls es un disco deslenguado, insolente, un hijo de puta al que no puedes evitar prestar toda tu atención. Es un brebaje venenoso cargado de punk primigenio, ese que todavía se llamaba rock 'n' roll!!! Con todos y cada uno de los signos de exclamación. Brindemos con él hasta caer redondos. Por la gloria de un grupo inmortal que entendió perfectamente a sus referentes para dotarse de un aura personal y única. Así fueron capaces de entregar uno de los debuts más grandes que se recuerdan. Uno de esos que unos pocos necesitan lustros para ofrecer, y que la mayoría no podrían crear ni en mil jodidas vidas.

★★★★★

A1 Personality Crisis 3:41
A2 Looking for a Kiss 3:19
A3 Vietnamese Baby 3:38
A4 Lonely Planet Boy 4:09
A5 Frankenstein (Orig.) 6:00
B1 Trash 3:08
B2 Bad Girl 3:04
B3 Subway Train 4:21
B4 Pills 2:48
B5 Private World 3:39
B6 Jet Boy 4:41
Total: 42:28

Antes de grabar este estreno, el grupo ya estaba bien curtido en los escenarios neoyorquinos, aunque ninguna disquera se decidía a contratarlos por sus letras vulgares y esa obsesión escandalosa de vestirse de mujer y aplicarse maquillaje hasta en los lugares más recónditos.

Tuvo que llegar el sello Mercury para que alguien confiara en el potencial que casi todos reconocían en esta banda. Para este disco pusieron en la mesa de mezclas a todo un Todd Rundgren, cuya opinión acerca del grupo se podría calificar como tibia. Las sesiones han pasado a la historia rodeadas de una leyenda de desencuentros, discusiones y peleas que no acaban de ser desmentidas, aunque últimamente, tanto David Johansen como Sylvain Sylvain, cantante y guitarrista, reconocen que el productor supo capturar como nadie su sonido en estos surcos.

El grupo y este disco en particular demuestra su enorme influencia en los sospechosos habituales. Gente como Kiss, los Ramones o Guns N' Roses se lo deben todo a este disco. Lo que ya no resulta tan obvio es que sirviera de acicate para todo un Morrissey, que no solo lo nombra como su disco favorito y su principal empujón para formar The Smiths, sino que también hizo que se involucrara personalmente en la vuelta de la banda en 2013.

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