PUNK/NEW WAVE. Inclasificables. Como su líder, ese Poch dueño de una personalidad única que volcó en proyectos innombrables entre la lucidez y lo inenarrable.
De todos ellos, quizás los más recordados sean estos Derribos Arias que sólo grabaron este disco largo. Esto junto a un EP y un par de singles fue la cosecha que nos dejaron. Una obra tan magra y escasa como referencial para el vanguardismo en este país. No es que crearan escuela. Pocos o nadie estaban dispuestos a seguir su senda, pero sí que fueron conocidos y en su modus operandi influyeron a todos aquellos que, como ellos, se aproximaron a la música en escorzo.
Con estos datos, esperar el colmo del gozo en este "En la guía, en el listín" es simplemente una quimera. Está mal grabado, la voz es un espasmo unas veces chillona y otras inaudible, y para colmo no hay ninguno de sus "himnos". Si es que podemos llamar así a éxitos semiocultos de la movida como "A flúor", "Branquias bajo el agua" o "Tupés en crecimiento". Tampoco es que importe mucho, porque desde lejos ya se aprecia que las canciones de este disco tienen mucho en común con esas otras y hay un buen grupo de ellas que tampoco es que sean más raras que las susodichas.
Por lo tanto, mi veredicto no está claro pero se orienta más bien hacia lo positivo. Una sensación que aumenta con las escuchas y la familiaridad con unos temas tan raros y sucios como encantadores. No puedo decir que este disco me ponga de rodillas ni nada de eso, pero a la vez comprendo con claridad meridiana que sea una de las obras más reivindicables de nuestro pop. El único disco de Derribos Arias sigue siendo tan incómodo como el primer día, o tal vez más en estos tiempos de reinado de lo convencional. Sirve por tanto para recordarnos lo modernos que éramos en este país y, ay, lo grises y mojigatos que nos hemos vuelto. O que nos han vuelto, decidan ustedes.
★★★★☆
Total: 32 min.
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