No diré que Incesticide me conquistara desde el principio. Tenía varios defectos de esos que me cuesta perdonar, su apresuramiento y su falta de coherencia a la cabeza. También detalles que, aunque interesantes, me resultaban chocantes. Y es que en buena parte del metraje, los de Kurt Cobain sonaban demasiado a punk 77, ese que podemos identificar con luminarias como los Sex Pistols, los Buzzcocks o The Clash. Todas bandas maravillosas y todas del gusto de Kurt, pero que no suenan para nada a Nevermind. Y eso era casi lo único que conocíamos de Nirvana en ese momento. Ahora entiendo que, más que molesto, esto resulta bastante revelador.
En suma, este recopilatorio se acaba haciendo un hueco en el canon de la banda, y es la mejor muestra del eclecticismo del grupo y de Cobain en concreto. Una mezcla del punk más ortodoxo y a piñón, y ese nuevo grunge que identificamos claramente en temas como "Dive", "Big Long Now" o "Aneurysm", auténticos himnos profundos y densos erigidos sobre el patrón impío de Melvins, Black Sabbath y The Stooges. No es la biblia, pero con todos sus peros y redundancias acaba triunfando a su manera aferrado a su tremenda intensidad.
★★★☆☆
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