TECNOPOP. Box-set digital que recopila lo esencial de las caras B del grupo desde 1981 a 2006. En realidad también hay alguna cara A o canción incluida en alguna banda sonora, pero lo que todas sí que tienen en común es que no aparecen en sus LPs oficiales.
Por tanto, la colección, además de enciclopédica, es bastante jugosa. Más a priori que en la realidad, seamos sinceros. Y es que tanto material que por definición no es de primera es capaz de empachar a cualquiera que no tenga a los de Basildon en su santoral. Lo que no quita que tenga un par de cosas interesantes, como no podía ser de otra forma. Es lo que pasa cuando recorres la trayectoria de una banda esencial en el canon occidental desde su lado más privado y oscuro. Que no es oro y que poco o nada reluce, pero sí que hay algo de plata. Para empezar en la revelación que supone identificar claramente las diferentes etapas del grupo en estos conatos de canción.
En el primer volumen podremos refocilarnos en ese pop saltarín y despreocupado de sus inicios. Con menos brillo y más de un momento experimental, pero con la misma euforia. El cambio surge antes de acabar, con un par de piezas de la época del oscuro "Black Celebration" (1986).
Y así empieza el segundo volumen. Con los estertores de ese disco para dar paso a la etapa gloriosa de la banda. "Music for the Masses" (1987) y "Violator" (1990) se comen por sí solos esta rodaja en una demostración de la incontinencia y, hay que admitirlo, el saber hacer que desbordó lo que ofrecieron en esos dos discos capitales. El tecno irredento de sus inicios se transforma aquí en los primeros conatos rockeros, escarceos con la música clásica y con el baile más hedonista.
Aun así, todo eso no es tan sorprendente. No como el volumen 3, que empieza con la explosividad de "Songs of Faith & Devotion) (1993) y, ya sin Alan Wilder, nos sumerge en la (pen)última etapa del combo. La menos interesante a todas luces. De ahí que sorprenda un poco el buen nivel de unos descartes que si no superan a sus primos incluidos en los LPs, sí que hacen que peguemos la oreja intrigados por ese aire experimental que da con más de un hallazgo interesante y, cómo no, con los pestiños de rigor.
En resumen, una pieza ni sagrada ni sacrílega dentro del devocionario de Depeche Mode. Se requiere al menos ser un iniciado en sus oscuros placeres, aunque ni siéndolo se puede exigir la obligación de dejarse llevar por la mácula de estos pecadillos del tres al cuarto. No deja de ser interesante.
★★★☆☆
No hay comentarios:
Publicar un comentario