INDIE ROCK. Lo mejor de Sexy Sadie es cómo supieron medir las dosis justas de ruído y claridad. Con eso me quedo en un disco que engatusa pero no es capaz de asestar un golpe definitivo. Hoy todo este sonido parece superado en cierta forma y ese inglés meritorio pero macarrónico al fin y al cabo, no acaba de ayudar a que el clásico de la banda perdure como obra creíble y de enjundia. Como mucho, se queda en resultona, lo cual será mucho o poco, dependiendo de quién la tase, pero sin duda es algo.
La ascendencia anglosajona en el sonido de las bandas más importantes que dio el indie patrio en los 90 es más que evidente, es algo indiscutible. Nadie en la época osó poner en tela de juicio la viabilidad y la necesidad si me apuran de esta mímesis. Así, aquí campan a sus anchas Pixies, Suede y Mercury Rev a la par que el toque clásico de David Bowie, algo de grunge y unas pizcas de psicodelia. Toda esta mezcla está fuertemente aderezada por especias pop que dan empaque melódico a un conjunto que sabe morder cuando hace falta ("Needle Chill").
De todas formas, todo lo suculento que podría tener este trabajo queda rebajado por el estilo afectadísimo del cantante. Eso es lo que más me molesta, porque acaba lastrando unas canciones más que dignas, que muchos han colocado en lo más alto de la música alternativa de este país. Los años creo que han dictado sentencia en su contra y a la cúspide de Sexy Sadie le falta naturalidad y se ha hundido un poco merced a unas ideas que no eran lo innovadoras que nos parecían. Sin embargo, también hay que reconocer que abrieron camino en un país sediento de propuestas que trataran de mirar de tú a tú a lo que nos llegaba de fuera. Lo intentaron, no me cabe la menor duda.
★★★☆☆
Total: 56 min.
No hay comentarios:
Publicar un comentario