POP ROCK. The Killers se estrenan por todo lo alto y con toda la depuración posible en su sonido. Lujo y oropel en la producción, juegos de prístina elegancia con el autotune y en definitiva todo el gigantismo que se espera para un grupo que lleva el rock de estadio en el ADN.
Todo eso ya está en el primer disco de los de Las Vegas, aunque también hay un interés por el detallismo que hace que las canciones superen la media de lo que harían en el futuro. Sea cuidado, talento o la frescura del que empieza, estamos ante el álbum favorito de la afición y, esta vez sí, el mejor del grupo.
Reconozco mi alergia a los superventas. Salvo excepciones, notables y no tan escasas, el recelo ante estos productos me puede. Y en este caso, por más que escucho, veo que mis cautelas están más que justificadas. A pesar de algunos instantes de lucidez en los que el post-punk, aun siendo barato, logra establecer una alianza con los teclados retro que me motiva, el grueso del disco no es para mí. Tendrá su público, y además lo amasará con la facilidad que le proporciona su poder de impacto. Eso puedo respetarlo, pero yo prefiero dar un paso atrás y no participar en una fiesta en la que no me siento invitado.
★★☆☆☆
Total: 45:40
Podía ser problemático poner la imagen de unos rascacielos en la portada de tu disco apenas tres años después de los atentados contra las Torres Gemelas. Quizás por eso se trata de cuatro edificios en Beijing, China. Quizás por eso aparecen tímidamente apenas ocupando el cuarto inferior de la carátula.
Aplastados por el cielo, como flores que no se atreven a crecer, con esos caracteres kanji que dicen "construction material development". Todo apela a lo incipiente de un proyecto que ya nacía con la intención de rozar el cielo.
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