A.O.R. Soft rock, pop rock, lo que sea para ocultar la triste realidad: y es que este disco, ¡el undécimo de los angloamericanos!, es el epítome absoluto de ese A.O.R. del que todos quieren huir, pero que al final es la única verdad a la que pueden agarrarse. No puedo culparles. Pocas cosas dan más cosica que el que te asocien con ese Adult Oriented Rock famoso por su sosería rampante y una falta de sangre que amenaza con la muerte súbita en cada gorgorito almibarado, cada requiebro hiperajustado y cada inmaculada línea de bajo.
Un pensamiento muy punk que le va al pelo a un disco que fue publicado precisamente en el año en el que los Sex Pistols lo reventaron todo. Y un pensamiento muy injusto si atendemos a las grandes obras que ha dado un género, como cualquier otro, capaz de alcanzar la excelencia cuando se lo propone. Esta es una de ellas, eso es indudable, aunque tampoco se puede negar que le faltan demasiadas cosas como para que lo coloque entre mis discos de cabecera. O visto de otra forma, creo que más bien le sobran.
Cuando la banda empezó a grabar el disco, que iba a llamarse "Yesterday's Gone", ya eran un grupo asentado que disfrutaba las mieles de un éxito que culminó con su LP anterior, "Fleetwood Mac" (1975). Por tanto, contaban con los medios de una discográfica encantada con ellos y eso les permitió trasladarse a Sausalito, California, donde residieron durante la grabación del disco.
La grabación del mismo fue un proceso lento y meticuloso que se prolongó casi siete meses, entre febrero y agosto de 1976. En ese tiempo, pudieron experimentar en el estudio con la tecnología más puntera del momento, jugando con amplificadores, micrófonos y amortiguadores del sonido en las paredes del estudio Record Plant. Lo que fuera para encontrar el sonido que querían. Un sonido que acabó siendo clave en el éxito del disco. Un sonido que se despliega en toda su pureza y en el que todo, para bien o para mal, está en su sitio y en el momento justo. Por eso este disco es tan gigantesco. Y por eso también, cuando creo que ya lo tengo, se me acaba escapando entre los dedos.
★★★☆☆
Para empezar, comparten arco temporal. 1974 uno, 1977 el otro. Luego, ambos se dan la mano en una adoración fanática que los sitúa con un amplio consenso como dos de los mejores discos de la historia. Comparten también un sonido con querencia por el soft rock, más pop en el caso de "Rumours", más progresivo en el caso de "Crime...". Y por último, con ambos siento la frustración de no disfrutarlos como parecen merecer. Un sentimiento de culpa que trato de mitigar uniendo a los dos obrones con un mismo cordón umbilical que, quién sabe, me haga entenderlos un poco mejor.
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