A.O.R. Una vez más creo que me pierdo algo. "Tusk", el duodécimo disco de Fleetwood Mac y sucesor de un pelotazo de dimensiones bíblicas como fue "Rumours" (1977), pasa por ser una obra que causa un respeto reverencial. Y además, es bien conocida por su carácter experimental, inédito en el canon de los londinenses. Pues bien, yo, en mi ceguera patológica, no entiendo ninguna de esas dos ideas ampliamente consensuadas en el imaginario colectivo.
"Tusk", para mí, es un disco que invita al bostezo. Así, sin más. De hecho, no es hasta "That's All for Everyone", en el primer volumen, que consigue llamar algo mi atención. Y ya han pasado siete pistas sin pena ni gloria, ahogadas en la insustancialidad más insípida. Es cierto que en "Sisters of the Moon" se marcan un temazo con un solo escalofriante de Lindsay Buckingham, pero también es verdad que nos dejan a medias al amputar la canción en ese crescendo que iba para espectacular.
El segundo volumen empieza con más garbo y un ritmo más trotón y atractivo y cuenta con perlas notables como "Brown Eyes", "Beautiful Child" o "Walk a Thin Line". Claramente insuficiente, no obstante, para redondear el discazo que parece que es. Yo lo que veo es una intención irrefrenable por sonar relevantes y en sintonía con el post-punk o la new wave que empezaba a pegar fuerte en la época. Es bien sabido que Buckingham estaba obsesionado con los Talking Heads, pero pretender sonar como ellos, aparte de una quimera, era absolutamente innecesario para una banda que, con el nivel de ventas demostrado con el disco anterior, dejaba más que claro que ya tenía su público. Bonito e innecesario, esos son los adjetivos que más repetiría yo al hablar de este álbum.
Y de experimental nada de nada, convencional y gris de pe a pa.
★★★☆☆
De todas formas, eso no sería suficiente para relacionarlos. La clave está, más bien, en la impresión que ambas "obras maestras" me causan. Una impresión muy similar, llamémosla impotencia o frustración. La de no ser capaz de entender los cómos ni los porqués de dos discos que el público en general ha entronizado para la eternidad. Hermanos de sangre en mi injusta cuerda de presos.
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