jueves, 20 de agosto de 2020

Maximum heavy blues!

Ssssh (Ten Years After, 1969)

BLUES ROCK

En su segundo disco ya dieron el do de pecho compositivo y entregaron un material propio en su mayor parte. De Alvin Lee, principalmente. Aquí, en su tercer intento, siguen en esa tónica y solo uno de sus ocho temas es una versión. Concretamente, la ardiente "Good Morning Little School Girl" del gran Sonny Boy Williamson. Y como siempre ha ocurrido con este grupo, es la mejor de un lote que suena más endurecido, dejando pistas cada vez más claras de dónde hundiría sus dientes el metal que Black Sabbath iba a inventarse en breve.

Sin ánimo de menospreciar a un grupazo como una catedral, diría que esa ha sido la gran losa que siempre ha pesado sobre Ten Years After, una banda de instrumentistas mayúsculos, con el blues inoculado en las venas, pero con problemas para entregar esa canción definitiva de su puño y letra. Ese temazo que los ponga al nivel de los más grandes. No digamos ya si hablamos de un álbum completo.
 

 

Aun así, este disco de intrigante carátula va avanzando con sus luces y sus sombras. "Stoned Woman", por ejemplo, es de lo más prescindible. No es casualidad, creo, cuando en ella persiguen de manera impúdica la estela de Cream. En el extremo opuesto está esa "Good Morning Little School Girl" que mencionábamos arriba, el punto más fuerte de un disco con más atractivos. Entre ellos, la power ballad "If You Should Love Me" o el boogie a lo John Lee Hooker en "The Stomp".

Razones de peso para considerar esto una obra sólida y disfrutable. Solo por el nivel instrumental ya merece mucho la pena, con un Lee demoníaco a las seis cuerdas y un Leo Lyons más blasfemo que nunca al bajo. La lástima es que todo lo demás, aunque alimenta, no deleita y eso hace de este disco una nueva ocasión perdida de dar fe de un potencial que es tan palpable como un puñetazo en los morros. Maximum heavy blues, en todo caso.

½

 

La portada de este álbum tengo que reconocer que me encandila. No es nada del otro mundo. Un collage más, con poco de especial, hasta burdo si me apuran. Sin embargo, para mí tiene un poder hechizante. Serán sus rojos combinados con la rotulación en azul (negra en otras ediciones), será la expresión de esa cara destrozada y triplicada... O será que me lleva directo al artwork de uno de mis discos favoritos. El bestial "Fun House" (1970) de los Stooges. 

Será eso, porque cuando un disco se clava en tu alma, no dejas de buscar otros que te transmitan esa misma emoción. O una parecida al menos. Pensándolo bien, seguro que al darme de bruces con este tercer intento de TYA, mi mente ya tenía la expectativa de ese de algo que me transmitiera la flama incandescente de la obra magna de Iggy Pop y los suyos, máxime cuando la carátula de este disco me transmitía esa furiosa emoción... Pero no, ni de lejos. Tiene sus momentos, pero se ve de inmediato que no son obras comparables. Lástima. ¿Otra vez será?

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