Freeport (Freeport, 1970)
PSICODELIA. Tenían el arte, las aptitudes y las canciones. No en cantidades ingentes, pero lo suficiente de cada una como para merecer la atención del mundo. Es cierto que al lado de Grateful Dead, Jefferson Airplane y compañía puede que palidezcan claramente. Y puede que su tendencia al pasteleo no acabe siendo una ayuda, pero un disco con una portada tan cuqui tiene que hacerse querer por necesidad.
Freeport se formaron en Cleveland y surgieron de las cenizas de Paper Sun, o más bien continuaron la singladura iniciada por estos últimos con el cambio de su guitarrista y cantante por dos nuevos miembros que compartían dichas funciones. El cambio de formación y de nombre no les reportó un éxito significativo, aunque sí que pudieron grabar todo un LP, su único legado hasta la fecha, el cual ha ido ganando adeptos con los años hasta situarse en ese nicho tan cómodo y frustrante a la vez como es el de las obras de culto.
"Freeport" es un disco de rock psicodélico canónico lleno de sentidas armonías vocales, de guitarras punzantes y teclados silbadores. Nada que se salga del camino marcado por los popes del género. Y nada, a decir verdad, que ofrezca ese plus de originalidad o carne que los haga imprescindibles para el melómano más inquieto. No hay nada de eso aquí. O si lo hay, no es suficiente para que considere fundamental recomendar un disco que me ha intrigado siempre, pero que no acaba de llenarme por más vueltas que le doy. Será que su función es la que es, echar un rato bueno sin mayores pretensiones. Puede tener su mérito, vale. No todos lo consiguen, pero es que esa portada...
★★★☆☆
Tonos rojos y verdes, azules y naranjas. Una melopea emparentada con la psicodelia dura, pero diferente, carente del componente lisérgico, más dada a los brochazos y a los colores sólidos que al centrifugado vertiginoso. Conceptos más diluidos como la música del grupo. Como un Mark Rothko no siempre bien entendido. Atractivo, pero discutible. Interesante, rompedor, pero también pacato, convencional y hasta algo soso. Inexplicables todos.
En la imagen, "No. 14" (1951).
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