jueves, 6 de mayo de 2021

El hombre de hierro

Supreme Clientele (Ghostface Killah, 2000) 

 

RAP. Ghostface Killah nunca tuvo una influencia decisiva en Wu-Tang Clan ni nada de eso. Sin embargo, tras la desintegración del combo neoyorquino, ha sido el que ha contado con una carrera en solitario más sólida y respetable. La inició con un imberbe pero poderoso "Iron Man" (1996), con el que trataba de marcar distancias con sus excompañeros, aunque la culminación de este viaje en solitario la encontramos en este rico, variado y florido "Supreme Clientele", cuatro años después.

Un disco marcado por la condena de cuatro meses que cumplió un año antes por intento de robo. Un aprendizaje carcelario que el rapero acabó considerando una bendición, tanto por ayudarle a reconducir su vida, como por darle la oportunidad de refinar un disco cuya producción había quedado interrumpida por el incidente.

Ese era el escenario principal que enmarcaba la creación de un álbum en el que este asesino fantasmal demuestra su profundo conocimiento del soul y en el que afila su verbo hasta niveles superlativos para contar historias de trapicheos, recuerdos de infancia, persecuciones y abstracciones de free rap emparentadas con ese "stream of consciousness" que patentaran escritores del prestigio de James Joyce o Virginia Woolf. Lo que hiciera falta para desligarse definitivamente de la sombra del "Clan". Por mucho que siga nombrándolos en alguna ocasión. Y por mucho que siga apoyándose en el álter ego de Iron Man para dar forma al hilo argumental de un disco serio y profundo como pocos en el género.

"Supreme Clientele" suena muy poderoso, pero sobre todo diría que suena endemoniadamente fluido. Dejando a un lado sus ínfulas intelectualoides, es un bicho que se desliza sin esfuerzo en todo momento entre arreglos prístinos y elegantes, ya sean beats peliculeros medio orquestales o guitarras cargadas de ácido, ya se apoye en el R&B más furioso o en un trip hop que ya empezaba a caducar. Da igual, con el portento de Staten Island todo acaba teniendo un sentido mayor si cabe de lo que él mismo pretendía. Si te gusta el rap, esto es obligatorio... Y si no te gusta... Es un lugar magnífico por el que empezar a cambiar de opinión.

★★★★☆

1 Iron's Theme - Intro 0:46
2 Nutmeg 4:25 feat. The RZA
3 One 3:46
4 Saturday Nite 1:39
5 Ghost Deini 4:05 feat. Superb
6 Apollo Kids 3:54 feat. Raekwon
7 The Grain 2:34 feat. The RZA
8 Buck 50 4:02 feat. Cappadonna, Method Man, Masta Killa, Redman
9 Mighty Healthy 3:21
10 Woodrow the Basehead 3:04
11 Stay True 1:39
12 We Made It 4:37 feat. Superb
13 Stroke of Death 1:56 feat. The RZA
14 Iron's Theme - Intermission 1:30
15 Malcolm 4:15
16 Who Would You Fuck 2:44
17 Child's Play 3:33
18 Cherchez La Ghost 3:11
19 Wu Banga 101 4:23 feat. Raekwon, Cappadonna, Masta Killa, GZA
20 Clyde Smith (Skit) 2:40
21 Iron's Theme - Conclusion 1:58
Total: 64:02


Tanto a Wu-Tang Clan como a sus componentes en solitario es fácil relacionarlos con las artes marciales, el cómic o la serie B. Lo que no es tan común es que se hable de cosas como el stream of consciousness, técnica literaria consistente en citar directamente de la mente sin elaboración previa. Ese flujo de ideas a borbotones y sin refinar que emplearon con maestría escritores como James Joyce o Virginia Woolf.

Precisamente al primero es al que citaré en este epílogo por mucho que tal comparación pueda parecer más que forzada e imposible al tratar de casar la alta cultura con algo tan callejero y epidérmico como el hip hop. Pero lo cierto es que la comparación entre el segundo disco del rapero neoyorquino y clásicos tan densos y duros como el Ulysses (1922) del autor irlandés está ahí a poco que busquemos por internet.

Y me vale aunque solo sea por la ambición inusitada y casi inaudita que derrama una obra a la que no le bastan los lugares comunes de las rimas mil veces revisitadas. Pero también por ese flujo de conciencia que se desborda en más de un momento del disco y que me lleva directamente al último capítulo de la novela mencionada. Un capítulo en el que Molly Bloom, esposa del protagonista, nos cuenta su día en un torrente de imágenes devastadoras sin emplear ni un solo signo de puntuación.

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