sábado, 1 de mayo de 2021

La memoria del león

Y'Anbessaw Tezeta (Getatchew Mekuria & The Ex & Friends)

EX-ETHIO-JAZZ. Después de la que liaron con ese ya lejano "Moa Anbessa" (2006), tuvieron que dejar la cosa en reposo. No me cabe duda de que las giras que precedieron, y sobre todo sucedieron, a la caudalosa colaboración entre el saxofonista etíope y los anarcopunks holandeses fueron extenuantes. Por eso, en principio no debían quedar fuerzas para dar continuidad a una colaboración que nació y creció a base de sudor, sangre y un entusiasmo nada común en las edades por las que se movía el saxofonista.

Tuvieron que pasar seis años para que Mèkurya se decidiera a grabar una continuación que se iba a convertir en su testamento discográfico. Ese era el auténtico motor del proyecto: grabar un disco que fuera el colofón a una carrera que abarcaba sesenta y pico años. El artista contaba ya 77 primaveras y ni corto ni perezoso viajó a Holanda y se dejó producir por los propios The Ex, a la vez que dejó que se encargaran de buscar el acompañamiento que requería para la sección de viento.

El resultado es un disco mucho más reposado y meditativo que el anterior. Una acentuación del lado ritual y místico de la música del africano. Las guitarras y lo arisco que ofrecen Andy Moor y los suyos se diluyen en la mezcla o esperan agazapados su momento. Un momento que acaba llegando, pero que no explosiona en nuestra cara como sí que hicieron seis años antes. Una sutileza que se antoja ideal para envolver un momento de reflexión, recapitulación y ajuste de cuentas con el pasado.

A todo eso sabe y huele un discazo torrencial al que le añaden un segundo volumen para redondear la jugada. Se trata de tomas en directo de diversa procedencia, pero centradas en la gloriosa madurez que el de Yifat compartió con la banda de Amsterdam, salvo por el par de temas que cierran, en los que Mèkurya es retratado en Addis Abeba en registros que datan de los primeros 60. Para cerrar el círculo como merece un artista mayúsculo de los que ha habido pocos. Un gigante sin paliativos de esos que tendrían que durar para siempre.

★★★★☆

1.1 Ambassel 7:35
1.2 Tezeta 4:22
1.3 Bertukane / Yematebela Wof / Shegitu 5:53
1.4 Bati 3:45
1.5 Ene Eskemot Derese 4:04
1.6 Yegna Mushera 4:02
1.7 Aha Gedawo 5:00
1.8 Almaz Men Eda New 4:21
1.9 Abbay Abbay / Yene Ayal 4:25
1.10 Zerafewa / Eregedawo 4:12
 
2.1 Getatchew Mekuria & ICP - Yene Hasab Gwadegna 6:26
2.2 Getatchew Mekuria & ICP - Aha Gedawo 5:03
2.3 Getatchew Mekuria & ICP - Shellelle 6:48
2.4 Getatchew Mekuria & The Ex - Yegenet Musica 4:56
2.5 Getatchew Mekuria & The Ex & Guests - Ambassel 7:21
2.6 Getatchew Mekuria & The Ex & Guests - Lale Guma (Aha Begena) 8:06
2.7 Getatchew Mekuria & The Ex & Guests - Yaf Zemed Mech Teffa (From Hinge Perspective) 6:02
2.8 Getatchew Mekuria - Bati 2:19
2.9 Police Orchestra - Shellelle / Fukera 5:00
2.10 Haile Selassie I Theatre Orchestra - Ambassel 6:15
Total: 105:55

 

Gétatchèw Mèkurya siempre ha entendido la creación musical como un trabajo cooperativo. Así, no es de extrañar que haya colaborado con casi cualquiera que haya pasado cerca de él. Siempre supo estar en su sitio. 

Como acompañante o líder ha soplado su saxo como apoyo de las voces más señeras de su país, Alemayehu Eshete, Hirut Beqele o Ayalew Mesfin, entre otros. También tocó en sus inicios con las orquestas más famosas de Addis Abeba, donde desarrolló el grueso de su carrera, combos míticos allí como The Police Orchestra o la Haile Selassie I Theatre Band.


Ya en su madurez fue cuando conoció el reconocimiento internacional gracias a la serie discográfica Éthiopiques y a su colaboración con The Ex. Esto le abrió la posibilidad de girar por todo el mundo y grabar con gente tan variopinta como el cantante anglo-tamil Susheela Raman o la Either/Ensemble, el famoso conjunto de jazz bostoniano.

Una carrera profusa y plena para un artistazo que se despediría con este disco. Moriría en 2016 habiendo conocido al menos parte del reconocimiento que había merecido siempre. Muchos lo sitúan como pieza clave en el desarrollo del free jazz, cosa de la que él siempre dijo no saber ni una palabra. Ni Albert Ayler ni Ornette Coleman habían formado parte de su dieta cuando empezó a volar libre allá por los años 50. Y tiene sentido, así que su caso no deja de añadir misterio acerca de los orígenes y la evolución de la música, un arte que surge de la entraña y estimula la epidermis como ningún otro.

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