martes, 19 de octubre de 2021

Noise sangrante

Jet Generation (Guitar Wolf, 1999)

JET ROCK 'N' ROLL. La discográfica lo anunciaba a bombo y platillo con una pegatina rimbombante y jocosa en la que advertían de los daños que podías causarle a tu equipo reproduciendo esto simplemente a un volumen normal. Y es cierto: este disco es aberrante, una afirmación que, por una vez, no es positiva al 100%. 

Porque, aunque te deja clavado al asiento, con momentos de puro terrorismo sónico (véase el mismo inicio de"Jet Generation", puro ruído blanco sin adulterar capaz de volarte la tapa de los sesos), tiene varios detalles que lo hacen algo monótono: linealidad "melódica", falta de pericia del guitarrista, horrenda producción (en algunos temas solo se escucha un agudo extremo que no deja distinguir nada más). 

Defectos que en este estilo, no me canso de repetirlo, no dejan de ser tremendas virtudes. Sea por esto último o por sus momentos salvables, esta atrocidad acaba saliendo a flote. Será por "Cosmic Space Girl", el "Summertime Blues" de Eddie Cochran, por toda la segunda parte del disco... Será porque no dejan dudas acerca de sus influencias. Algo habrá en todo este amasijo de brutalidad alambrada, en toda esa actitud pendenciera reconcentrada. No sé qué será, pero hay que tenerlos bien puestos para redoblar los niveles de lo insoportable y sacar un sexto álbum que suene como si estuvieras grabando tu primer ensayo. Esa es su gran baza, poco más. El dejar clarinete, sin verlos en el escenario, que en directo van a barrer a cualquiera.

★★★☆☆

1 Jet Generation 3:22
2 Fujiyama Attack 2:35
3 Kaminari One 1:53
4 Kung Fu Ramone 2:31
5 Teenage U.F.O. 1:54
6 Cosmic Space Girl 2:59
7 Roaring Blood 4:32
8 Gakulan Rider 3:11
9 Refrigerator Zero 3:13
10 Shimane Slim 1:59
11 Cyborg Kids 3:22
12 Summertime Blues 2:36
13 Can-Nana Fever 2:02
Total: 36:09

 

Aunque hay una película alemana de 1968 del mismo título que este álbum, es poco probable que los japoneses se inspiraran en ella para nada más que bautizarlo. La temática y la estética del film no tiene nada que ver con ese pastiche entre moteros años 50 y protopunks recién salidos de Detroit que se gastan Seiji y sus secuaces.

Una estética que parece descuidada, pero que está más que pensada para ocupar ese hueco que nadie antes que ellos pareció reclamar en el país del sol naciente. Al menos nadie lo ha hecho con su decisión y su vehemencia. Por eso hay que acabar reconociendo que en todo este plastiquete brilla la verdad con una contundencia aplastante. Toda una virtud de la que no todos pueden jactarse.

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