Saturnalia (The Gutter Twins, 2008)
TORCH ROCK. The Gutter Twins es un proyecto a dos voces y cuatro manos, las de Greg Dulli y Mark Lanegan, más las colaboraciones de rigor. Una conflagración de almas ardiendo que destila las mejores esencias de The Afghan Whigs y Screaming Trees, bandas madre en las que se foguearon respectivamente. Soul inflamado y blues abisal en su estado más grácil, más natural y más profundo.
Tampoco diría que la colaboración mezcle los fluidos de ambos titanes al 50%. Al final se percibe claramente una proporción de 60 a 40, quizás incluso de 70 a 30, a favor de Dulli. En los guitarrazos ardientes, en las cuerdas de profundis, en esos teclados tan intensos... En toda esa aleación soul que ha sido y será por siempre la marca de la casa del de Ohio. Lo que no significa que Lanegan no imponga su ley cuando hace falta con su blues funerario y su gravedad totémica. Todos sabemos que siquiera un pellizco de Mark es mucho como para tomárselo a la ligera.
Será por eso que la colaboración de ambos es esencial y no se queda en lo anecdótico. Tanto que el éxito de Saturnalia no se entendería si faltara cualquiera de sus dos instigadores. Y digo éxito porque estamos, que a nadie le quepa la menor duda, ante un discazo. Una de las obras más destacadas de toda la carrera de ambos cantantes. Todo un hito del cambio de siglo que puede mantener la mirada insoportable de joyas como Gentlemen, Black Love (The Afghan Whigs,1993/1996) o Whiskey for the Holy Ghost (Mark Lanegan, 1994), por decir algunas de las más incontestables del dúo.
Ha sido la única referencia en largo que han publicado bajo ese apelativo fraterno tan bien buscado. Una pena, aunque ese detalle la hace todavía más especial.
★★★★☆
Las saturnales fueron, probablemente, las fiestas más importantes del año en la época del imperio romano. Unas celebraciones que se reservaban para el final de año, coincidiendo con el fin de la época de cosecha, y en las que se iluminaban las calles y se intercambiaban regalos. Y no, nuestra Navidad puede parecerse en algo, pero no proviene de ellas.
También se caracterizaban por el desenfreno que tanto sigue gustando en nuestros días. Ingredientes que no sé qué pueden tener que ver con lo que suena aquí ni con la portada que lo envuelve. ¿Ironía? ¿Contraste asesino? Bueno, lo de estos dos ínclitos nunca ha sido ninguna fiesta, aunque quizás algo de jolgorio sí haya habido. Como mínimo en sus pantalones.
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