jueves, 17 de noviembre de 2022

Sala de tortura

Iron Maiden (Iron Maiden, 1980)

HEAVY METAL. Aunque la banda se formó en 1975, la inestabilidad provocada por los continuos cambios de formación hizo que no pudieran estrenarse discográficamente hasta cinco años después, eso sí, ya bien fogueados en directo y en cuestiones compositivas.

Entre los fans, este álbum es conocido por ser el primero de los dos en los que participó Paul Di'Anno como vocalista y el único en el que intervino Dennis Stratton a la guitarra. También tiene fama de ser el más crudo y directo de la banda, aunque ya se permitían juguetear con estructuras progresivas ("The Phantom of the Opera", "Transylvania") y con todo el sinfonismo alambicado que los estrellaría contra la enormidad.

Todo eso aparece en las armonías de guitarra y las voces al límite y en ese regodeo en las baladas del que siempre han hecho gala los más heavies del lugar. Sin embargo, es cierto que este disco tiene ese encanto que solo puede dar la inocencia del que empieza. Esas ganas de darlo todo, pero con un control y una sabiduría de la que no todos pueden presumir.

Tal vez por eso y por una crudeza salvaje que pronto enterrarían entre otras ínfulas, este sea uno de mis discos favoritos de Iron Maiden. No es que esté influido por el punk, como algunos exagerados sueltan sin pudor, pero algo de ese aliento parece que ha llegado a rozarlo siquiera. Y no sé, ¿quién sabe? Quizás por ese motivo Iron Maiden, más de un disco clave para el metal, sea para mí un gran disco de rock & roll.

★★★

A1 Prowler
A2 Remember Tomorrow
A3 Running Free
A4 Phantom of the Opera
B1 Transylvania
B2 Strange World
B3 Charlotte the Harlot
B4 Iron Maiden
 
Total: 38 min. 

La luna llena espejada en esos orbes hermanos que forman las farolas, la noche nublada y amenazante, "Charlotte the Harlot" y esa criatura infernal que nos mira fijamente son razones más que suficientes para invocar el fantasma de Jack el Destripador, una figura que no es que haya tenido su influjo solo en este disco, sino en toda la carrera de los londinenses.

Máxime con la obsesión por la historia y sus truculencias que desarrollaría Steve Harris en futuras obras y desde aquí ya.

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