Killers (Iron Maiden, 1981)
HEAVY METAL. Segundo disco, primero con Adrian Smith a las seis cuerdas y último con un Paul Di'Anno que, controversias aparte, puso su sello personal en un grupo que, para bien o para mal, después de este disco ya no sería el mismo. Sus problemas con la cocaína y el alcohol fueron definitivos para su marcha durante la gira de presentación. Y no sé si influiría o no, pero el disco suena más frenético y metálico que el debut, ganando en esos términos atléticos (esas progresiones anfetamínicas) que tanto gustan a la parroquia jevi, pero perdiendo lo poco de primitivo rock & roll que alguna vez hubo en la banda.
Que hay una progresión aquí es indudable. El grupo suena más sólido, más compacto y más contundente en todos los aspectos. Compositivamente, complican las estructuras y las temáticas con un dominio absoluto de lo sangriento. Una anatomía del asesinato que lo mismo te cita a Julio César (The Ides of March) que a Edgar Alan Poe ("Murders in the Rue Morgue") en una demostración incipiente de las inquietudes y los intereses de un Steve Harris que a partir de aquí iba a hacer de estos bloques temáticos la razón de ser para la creación de cada nuevo álbum.
Dicho esto y apreciando estos avances, creo que se pierde bastante más de lo que se gana y echo de menos la rudeza curativa e inocente de su debut. Es lo que tiene no estar muy metido en el metal: que cuanto más canónico es un disco en ese género, menos me gusta. Y esto no es más que el principio, pero por suerte iba a haber otras cosas a las que agarrarse para evitar que la carrera del grupo se convirtiera en una continua y pronunciada cuesta abajo. Para mí, paso atrás sin paliativos.
★★☆☆☆
Hay tantas ideas grandiosas (en el sentido de grandilocuentes) en este álbum que se hace difícil decantarse por una sola, pero si hay que hacerlo, tendré que tirarme por lo literario y el cine. Ese Edgar Alan Poe al que hacen referencia con la canción "Murders in the Rue Morgue". Que ya sé que con los Maiden la cosa se suele quedar en lo anecdótico y lo pintón de poner un título sacado de...
Aun así, algo del misterio sanguinario del autor norteamericano siempre ha infectado el sonido y sobre todo la parafernalia de una banda que siempre se ha negado a crecer. Por eso, más que al cuento macabro de Poe, diremos que todo esto me lleva más directamente a las películas sobre el tema. Hay muchas, lo sé, así que habrá que elegir. Y si de eso se trata, me quedo con el intento de Robert Florey de 1932. En ella aparece todo un Bela Lugosi y la elijo a pesar de guardar poca similitud con el relato de Poe. O precisamente por lo mucho que difiere. Como todo lo que han hecho siempre los Maiden.
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