lunes, 16 de enero de 2023

Soul, electrónica y fantasmas

James Blake
(James Blake, 2011)

R&B 2.0. Suceden demasiadas cosas en el primer disco de James Blake como para que pase desapercibido. La última esperanza blanca de la música negra, el maestro imberbe del soul electrónico más carnoso que se haya hecho o imaginado, da aquí una lección inapelable sobre cómo sonar cálido e íntimo con armazones melódicos hechos de puro hielo.

Un hielo que pone distancias entre música y oyente para fundirse en momentos puntuales y dejar a las melodías desnudas en un desvalimiento que denota esa cercanía tan encantadora y tan aterradora a la vez para una obra de este tipo. Véanse joyas de belleza ingrávida como "Limit to Your Love", "Why Don't You Call Me" o "Measurements", piezas tocadas por una serenidad infinita muy difícil de describir.

Lo más irrebatible de un disco con pocas trazas de empatía. Un trasunto hermético y distante. El álbum de un tecnócrata que no quiere olvidarse del corazón, pero al que le cuesta llegar a la gente. Una maravilla en muchos aspectos, de acuerdo. Los premios Mercury siempre han apreciado estas hechuras. Por mi parte me quedo flotando en sus aguas todo el rato sin poder sumergirme en ellas salvo en los momentos mencionados. La carta de presentación de un artistazo aterrador, en cualquier caso. 

★★★

1 Unluck 3:00
2 The Wilhelm Scream 4:37
3 I Never Learnt to Share 4:52
4 Lindisfarne I 2:42
5 Lindisfarne II 3:02
6 Limit to Your Love 4:37
7 Give Me My Month 1:56
8 To Care (Like You) 3:53
9 Why Don't You Call Me 1:36
10 I Mind 3:31
11 Measurements 4:20
Total: 38:06

La grandeza de un disco está en la cantidad y/o la profundidad de los sentimientos que puede provocar. Por eso quizás estemos ante una obra mucho más honda de lo que puede parecer a primera vista. La forma en la que se va abriendo hasta llenar la habitación, tus oídos y tu alma no está al alcance de cualquier disquito de esos de usar y tirar.

Ese absolutismo sonoro, que no deja de ser minimalista, ojo, es el culpable, junto a la voz personal y emocionante de Blake, de que el disco me ponga de frente de la soledad más absoluta nada más empieza a sonar. Un sentimiento que se va amplificando hasta casi cobrar vida conforme el disco avanza. Un sentimiento triste pero poderoso como pocos. Un sentimiento que no es que apetezca rememorar normalmente, pero que en el mundo en que vivimos... Pues eso, que por muchos motivos, se agradece cada vez más.

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