Sweet Baby James (James Taylor, 1970)
SOUL FOLK. James Taylor nunca ha jugado a poner el grito en el cielo ni a pretender ser lo que no es. Esas han sido sus mayores bazas en un mundo que se mueve a golpe de estridencia y frivolidad. Unas virtudes más o menos atractivas, pero evidentes, las cuales potencia en este disco, el segundo a su nombre, de una forma superlativa.
Sweet Baby James nos muestra a un autor sobrio y elegante. Un artesano de la canción bien conocedor de los entresijos del mejor country con tintes soul y pop, e incluso del blues, algo que no siempre se le reconoce, pero que queda patente en unas interpretaciones intachables. Unas interpretaciones que pueden parecer asépticas, pero que pronto se acaban revelando cálidas y sencillas, como anunciando ese Tapestry (1971) con el que Carole King explotaría unos meses después. Una obra que debe mucho a James Taylor, auténtico valedor y fuerza motriz detrás de dicho álbum y de la carrera primeriza de una King que solo encontró ánimo y apoyo en el cantautor bostoniano.
Precisamente King puede ser ese alma gemela que nos ayude a predecir lo que suena aquí. Una mezcla imposible entre Burt Bacharach, un Bob Dylan que no existe y gente como Dion, David Ackles o Gram Parsons. La panacea de la música norteamericana de raíz o un potingue demasiado dulzón y demasiado tibio. Cosas las dos que acaban molestando igual. Muy buen disco en cualquier caso.
★★★☆☆
Xxx
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