UK BASS. Desde la frialdad extrema de The xx al despelote y el hedonismo... Bueno, sin exagerar, pero sí que el DJ, teclista y productor de los británicos suena aquí mucho más suelto y refulgente. Endosándonos sus constructos electrónicos en nuestra cara, como si se divirtiera, cosa que no es de extrañar que necesite después de tanto desamor y tanta melancolía terminal.
Es lo más destacado y lo más notable de un disco de pura electrónica que no renuncia al pop y que, aun sabiendo cómo hacerte bailar, tampoco deja de lado la parte emocional, o cerebral, qué sé yo. A todo esto ayuda la intervención de su compañera de banda, Romy, en un par de temas. Algo que podría resultar excesivo a la hora de separar este trabajo de la obra de su banda madre. Por eso James Smith, que así se llama este pájaro, se busca la colaboración de otras voces, como las del rapero Young Thug, el cantante jamaicano Popcaan y sí, Oliver Sim, la otra pata del taburete The xx. Aun así, créanme, la distancia con dicho grupo es lo suficientemente amplia como para disfrutar esto sin tirar de referentes.
En definitiva, un disco muy apetitoso, multipremiado dentro del mundo de la electrónica en su año, y una prueba de que hay vida más allá de un hype que queda más que claro que no es tal. Que The xx son una de las grandes noticias del cambio de siglo es algo tan evidente que no hacía falta que uno de sus miembros lo demostrara por su cuenta, pero nunca está de más eliminar cualquier atisbo de duda. Porque hay por ahí mala gente que las puede seguir teniendo. Que lo sé yo. :P
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