RAP. Estamos ante el primer álbum del que iba a ser uno de los grandes gurús del rap de cambio de siglo. Una obra que transita los callejones malolientes del hampa con la elegancia habitual de Shawn Corey Carter, dueño de ese flow irrompible que usa como cable de acero sobre el que construir sus historias.
Pero no solo de dicción sobrehumana va esto. Sin la colaboración de Mary Bilge, sutil hasta el espasmo, o sin las bases imaginativas y variadas que lo construyen, no podríamos entender el éxito de este debut. Para muchos, incluyendo al artista, su mejor álbum. Un tema de discusión que da para un largo debate, pero una opinión que ya por sí sola coloca a Reasonable Doubt como una referencia ineludible dentro del gangsta rap.
Tampoco es imprescindible establecer una jerarquía en el canon del de neoyorquino. Es innecesario ante el gozo que producen estos pianos, estos ritmos impepinables y una chulería lanzada con toda la honestidad que da el haberlo vivido en primera persona. Ahora puede que no nos lo creamos, con todos esos millones y esa fama de por medio, pero Jay-Z se crió en el gueto y vivió las situaciones más sórdidas. Que viviera para contarlo no es más que uno de esos milagros en los que podemos solazarnos. No solo porque sobreviviera, sino, sobre todo, porque decidiera hacer crónica de ello.
★★★★☆
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