Okie (J.J. Cale, 1974)
LAID-BACK. Me encanta cómo al final de este disco J.J. Cale se deja poseer por un Bob Dylan que ha sido una influencia capital en la música del de Oklahoma. Cale parece cantar "I Got the Same Old Blues" como si fuera su gran regalo al Bardo de Duluth. Es un homenaje claro, o eso parece, pero a la vez también está enseñándole cómo se hace. Escuchen si no el Slow Train Coming que Dylan publicara cinco años después y díganme si miento. Pero es que también estaba mostrándole el camino a un Mark Knopfler que con sus Dire Straits intentó seguirlo con fe ciega en discos como On Every Street (1991). Aunque creo que huelga decirlo, lo hago: ninguno de los dos consiguió ni rozar la maestría de Cale en esos casos.
Puede parecer que he empezado por el final, de manera caprichosa, pero tengo mis motivos. No solo es mi canción favorita del álbum y una de las que más me gustan del guitarrista, sino que creo que resume de manera magistral la esencia del disco, y si no la resume, sí que la sublima de alguna forma hasta conseguir que el LP alcance otro nivel.
Y es que, sin llegar a instalarse en las alturas que palpó a manos llenas con su debut, sí que nos devuelve cerca de esa gloria después de un Really (1972) voluntarioso pero un pelín inferior. Y esto lo hace Cale como mejor sabe, esto es, sin una voz más alta que otra, sin pirotecnias vacuas y confiándolo todo al arreglo preciso y a esa voz que sabe sonar cercana para sacarle los máximos matices posibles a un tono monocorde y cálido a la vez. Ni podemos ni debemos pedirle más.
★★★★☆
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