Ys (Joanna Newsom, 2006)
FOLK MÁGICO. La niña prodigio de Nevada se destapa en 2006 con uno de los discos del año. El concepto es ya conocido, aunque no demasiado común en el folk. Pero claro, con esta aproximación tan bizarra a lo que un día se llamó folk, todo está permitido y crear un disco de cinco temas largos como el Nilo no es que sea demasiado loco. A priori se podría esperar del hada del arpa. No por ello deja de ser chocante. Sobre todo por cómo se ha enfrentado al reto.
Armada con su arpa cristalina, graba las bases de estas cinco epopeyas y posteriormente las arregla con una orquesta de 35 piezas. Un auténtico collage conceptual y musical. La exuberancia del envoltorio es más que notoria, y sin embargo, no hay instrumento que pueda competir con su voz, auténtico hilo conductor del disco. Es la directora y la guía a la que se pliegan y siguen los arreglos de arpa, banjo, guitarra y orquesta, que ascienden y descienden por colinas y florestas. Todo con un detalle que hace del disco una pieza única.
La voz no descansa. No hay solos. En los largos desarrollos de los temas apenas hay un respiro para la Newsom, que gime, susurra, se retuerce y vibra ensamblando su voz y la música de una forma inimitable. La calidez que derraman las instrumentaciones, en continuo diálogo con el canto, es asombrosa. Los temas a su vez se componen de una miríada de detalles, de melodías diferentes, sin relación alguna a simple vista, pero que acaban funcionando de una manera orgánica y simbiótica. Un disco que huele a primavera, claros de bosques oscuros y meandros llenos de criaturas maravillosas. A la enormidad del cosmos del que se nutre.
El porqué de tanta maravilla debemos buscarlo en sus cuentos infantiles, en esas tonalidades orientales y acuosas para historias herméticas, bucólicas, ingenuas y sin sentido aparente más allá de nuestro deseo de escapismo... Palabras y música para flotar, y digámoslo de una vez y sin tapujos: mágicas.
★★★★★
Las conexiones entre los ejes que vertebran una obra tan compleja son múltiples, ambiguas y multidireccionales. Todas las canciones se basan, según su autora, en historias reales, en personas y hechos importantes para la Newsom en el año previo a la creación del álbum.
Hechos que Joanna disfraza o diluye en un lenguaje arcano y antiguo. Unos versos que nos trasladan a la profundidad de todo un Shakespeare. Así de densa y multifacetada es una obra en la que domina la inmensidad infinita del espacio, las fábulas retorcidas y los paisajes frondosos de los condados de Yuba y Sutter (YS, sí, se han dado cuenta, ¿verdad?).
Lo cierto es que el título fue lo último que Newsom decidió y vino fruto de una serie de sueños en los que se le aparecían esas dos letras, cosa que conectó de inmediato con una lectura que le recomendaron sobre Ys, la ciudad de la Bretaña francesa que, según la leyenda, fue engullida por el mar.
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