Six Litanies for Heliogabalus (John Zorn, 2007)
JAZZ/THRASH/VANGUARDIA. Si te pones esto a pelo, tu primera reacción va a ser: pero, ¡¿esto qué es?! Luego puedes informarte, leer la historia del Heliogábalo al que Zorn le dedica el álbum, pero va a dar igual, vas a volver a decir lo mismo. Y es que la tercera referencia de esa aberración que el saxofonista bautizó como Moonchild Trio va a hacer que te pienses muy mucho la próxima vez que quieras ponerle el adjetivo "brutal" a lo que sea.
Mike Patton a la voz, Trevor Dunn al bajo y Joey Baron a la batería forman el núcleo duro sobre el que, esta vez, se suman múltiples colaboraciones para añadir órgano, electrónica y voces, además del saxo del propio Zorn, claro. Algo bastante minimalista para contar la historia, o más bien sugerir algo, acerca de la figura de Heliogábalo, nombre que se dio a posteriori a Marco Aurelio Antonino, emperador romano adolescente que en un reinado de apenas cuatro años vivió sobrepasado por su leyenda de escándalos, excesos y la más pura y abyecta decadencia, y casi se podría decir que malignidad.
Un reinado dominado por las bacanales, los excesos y la violencia sin justificación en el que destacan momentos tan inenarrables como aquel en el que, en medio de una de sus interminables celebraciones, sus invitados empezaron a ver cómo caían pétalos de rosas del techo para acabar enterrándolos asfixiados ante la atenta y retorcida mirada de su anfitrión. De ahí el detalle de la portada del disco. Solo un ejemplo de la perversión de un personaje que no hundió al imperio porque solo reinó durante cuatro años.
Y hechas la presentaciones, ¿tiene algo que ver toda esta historia con lo que suena aquí? Pues sorprendentemente sí. Sin apenas palabras, basándolo todo en el ruido deforme, el grito ensartado en mil púas, los susurros más tenebrosos y las atmósferas más turbias, todo esto parece cobrar vida ante nuestros ojos. Una vida que el trío base, Patton a la cabeza, se encarga de cercenar apenas empieza a florecer. Lo mismito que un Heliogábalo que, no hay que ser muy listo para darse cuenta, hubiera disfrutado de esto como el que más. Con su sonrisa maliciosa y sus aires de niño malcriado. Como el que sabe, antes de que se lo digan, que esto lo han escrito para él.
Lo dicho, no creo que haya muchas obras por ahí que puedan alcanzar estos niveles de brutalidad y de maldad reconcentrada. Absténganse los corazones sensibles y ni se acerquen los amantes de los musicales. Esto es demasiado serio y demasiado pétreo. Bueno, en realidad es demasiado, así a secas, para prácticamente todo el mundo.
★★★★☆
Total: 44:19
Sexto Vario Avito Basiano fue desde pequeño sacerdote del dios El-Gabal, el dios Sol, en su Siria natal. Llegó a ser incluso sumo sacerdote de esa deidad antes de llegar al trono de Roma y coronarse emperador a los catorce años tomando el nombre de Marco Aurelio Antonino Augusto.
Su reinado solo duró cuatro años y estuvo marcado por la polémica constante empezando por la importación del culto a su dios en detrimento del Júpiter, cabeza hasta ese momento del panteón romano. Se casó cinco veces y su sexualidad era lo que hoy llamaríamos abierta, teniendo innumerables amantes de su mismo sexo.
A raíz de su muerte se empezó a fraguar toda una campaña de desprestigio hacia su figura en la que se mezclaba la realidad con la ficción. Una de las numerosas historias que se empezaron a extender fue la de las montañas de pétalos de rosa y violeta con la que asfixió a los invitados a uno de sus banquetes.
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