NEW WAVE. ¿Los primeros pasos de una Björk poseída por su histrionismo? La idea no sé si es absolutamente irresistible o algo como para echarse a temblar. Pero funciona. Ya sé que la islandesa ya había publicado un disco a su nombre en 1977, cuando solo contaba con doce añitos, pero aquí nos la encontramos con su primera banda notable, un grupo con el que consiguió trascender las fronteras de su país, y que se puede considerar su primera aportación seria a la música popular.
Una aportación que se desarrolla a partir de la energía del punk, pero bien matizada por los vapores sulfurosos de una new wave que ya llevaba tiempo poniendo las cosas en su sitio. De hecho no son pocos los números en los que suenan descaradamente a los B-52's, con ese duelo de voces entre Björk y Einar que me recuerda a las interjecciones que se escupían Fred Schneider, Kate Pierson y Cindy Wilson.
Un after punk que juega con los matices, el misterio y la experimentación en un anuncio mínimo pero prístino de lo que haría poco después nuestra ninfa favorita en solitario. Aquí todavía no había abandonado el bosque y se nos muestra juguetona y segura al abrigo de unos amigos con los que, siquiera en este disco, se puede decir que construyó algo especial. Péguese la oreja a canciones como "Birthday", "Deus" o "Sick for Toys" para apreciar que, lejos de ser un entretenimiento dicharachero y poco más, Life's Too Good merece todas las loas que recibió en su momento. Aunque, más que porque siga la línea marcada por The Slits, tú te lo pones porque te gusta Björk, que si no, de qué. Pues como casi todo el mundo.
★★★☆☆
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