ROCK. El tercer disco de los Strokes empieza con fuerza, eso es innegable. Con fuerza y con una jeta que puede verse como irresistible o como el colmo de la desfachatez. Roban la base rítmica de "I Want to Break Free" (Queen, 1984) en el primer tema; fusilan una frase de bajo a lo película de espías en el segundo; te plantan un punteo de hard rock para vertebrar el tercero... Detalles que solo pueden venir de la confianza más absoluta en tus posibilidades o en una falta de dirección (y de gusto) rampante.
Menos mal que enderezan un poco el rumbo con la tierna melodía de "Razorblade", un pequeño refugio en medio del temporal. También destacaría la energía líquida de "Vision of Division" y hasta si me apuran, una "Ask Me Anything", que guarda una similitud inquietante con las piezas de pop minucioso de Stephen Merritt (The Magnetic Fields). Eso sí, en el caso de esta canción, no deja de ser una imitación un poco de saldo, pero en el país de los ciegos...
Y ya está. Puede que me deje algún conato, algún intento de dar en la diana más o menos acertado, pero si me olvidado de él, seguro que es por algo. Ese algo que hace que este sea uno de esos discos que podrías ponerte mil veces sin que te dejara huella alguna. Ni un poquito.
★★☆☆☆
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