NEW WAVE. Redoblan el histrionismo en este segundo álbum y hay incluso conatos de algo parecido al tropicalismo. Una fiesta latina que, tampoco exageremos, pueden imaginar que no llega muy lejos viniendo de una banda formada en Reykjavik, pero que es un ingrediente más dentro de la sobredosis de caos que nos endosan aquí los terrones de azúcar.
Así suena esta continuación a su notable estreno. Subidísima y excesiva en todos los aspectos, como si el grupo no supiera controlar sus instintos. Además, Einar da un paso adelante con el micro y Björk, por tanto, uno atrás. ¿Tengo que decir que eso no beneficia en nada al resultado? Pues ya está. Poco más puedo añadir de estos largos, larguísimos 42 minutos (52 en el CD). En este disco los Sugarcubes se empeñan en ser los más arties, los más locos, los más crudos y los más todo. Algo que, como queda claro al segundo, es simplemente imposible.
Solo para aficionados al vapuleo indiscriminado. Que los habrá por ahí.
★★☆☆☆
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