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PROTO-TECNO. Para su quinto trabajo, Kraftwerk se afanan por ahondar en sus experimentos con la estática y los sonidos robóticos en un intento definitivo para crear música pop a partir de ellos. Basura predigital con la que nadie esperaría que se pudieran crear las minisinfonías que pueblan un disco que además deja espacio para el humor y el doble sentido desde un título en el que juegan con el choque entre la radiactividad y esas ondas hercianas que nos sobrevuelan y que incluso respiramos. Un detalle de su finura nada intelectualoide y siempre atenta para hacer arte de lo más cotidiano.
Propósito que consiguen una vez más. Si bien el disco puede parecer algo decepcionante para el oyente casual, una inmersión atenta y receptiva sacará a la luz que los de Düsseldorf lo han vuelto a hacer. Con matices, eso sí. Después de una obra del alcance de Autobahn (1974), consiguen ahondar en su vena experimental a la par que se las ingenian para que todo ese aparataje genere tonadas que cuenten con el atractivo necesario para enganchar. Es cierto que los interludios ruidistas con los que enganchan las piezas más audibles no son lo más pegadizo de la creación, pero también hay que reconocer que la manera en las que los conectan y los hallazgos sónicos que nos proponen a través de ellos pueden resultar embriagadores. O como mínimo curiosos en grado sumo, que no es poco.
Lo que no admite discusión es la adicción que provoca el tema titular, posiblemente, lo más cerca que han estado de alcanzar ese summum tecnopop sin traicionar a la máquina. Una canción adhesiva que descolla del resto por méritos propios. Porque, aunque no podamos olvidarnos de las más que buenas intenciones que muestran "Radioland", "Ätherwellen" o "Transistor", ninguna de ellas consigue acercarse al nivel del segundo corte del disco. No dejan de ser jugosas, no obstante. Delicias ensuciadas por la protoelectrónica que conforman los puntos fuertes de una obra cohesionada y multicapa. Un álbum difícil y poco complaciente que nos enseña una manera fresca y absolutamente innovadora de trabajar lo progresivo y lo atmosférico. Ambient predigital fabricado a partir de cochambre sónica y un corazón palpitante al borde del colapso. Nos guste más o menos, lo entendamos mejor o peor... No se puede ser más maquinal. No se puede ser más humano.
★★★☆☆
A1 Geigerzähler 1:04 ✔
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