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PROTO-TECNO. Para su sexto álbum los de Düsseldorf ahondan en lo maquinal y lo mínimo en un tercer intento que iba a culminar en su mejor disco hasta la fecha y uno de los más perfectos de su impecable carrera. Una sinfonía mecánica que no podría realizarse hoy a pesar de todos nuestros avances técnicos, o mejor dicho, precisamente por eso. Para su realización se embarcan en un proyecto en el que utilizan la línea ferroviaria para conectar países y culturas a la vez que alaban ese concepto romántico de Europa en el que hoy pocos creen, pero que en la época era una suerte de Arcadia dorada con la que soñar.
Ya habíamos quedado atónitos ante su despliegue de emotividad a partir del helor más crudo en dos obras del impacto de Autobahn (1974) y Radio-Aktivität (1975). Sin embargo, es ponerse este disco y seguir sorprendiéndonos ante la forma en la que exprimieron esas primitivas cajas de ritmo y unos juguetitos analógicos que no dejaban de multiplicarse por ese laboratorio mágico que era su estudio, con especial mención a ese Synthanorma Sequenzer con el que cambiaron las reglas del juego, consiguiendo una sacudida mental irrepetible y de consecuencias imborrables.
Resumiendo, una obra maestra esta que se ha convertido en auténtica referencia para el rock industrial, el tecno e incluso el rap. Así de transversal se volvió un grupo que siempre había parecido ser tan perfectamente autárquico y encerrado en sí mismo. Y lo hicieron a través de esa belleza fría, marcial, tan alemana y tan auténtica al fin y al cabo. Kraftwerk, esos "trabajadores de la música", que no músicos ni artistas, tocaron el cielo de las ovejas eléctricas con las dos manos con este álbum en un viaje sin posibilidad de retorno en el que iban de cabeza y sin frenos hacia lo humano desde lo maquinal.
«Mittler zwischen Hirn und Hand muss das Herz sein» («Mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón»)
(Metrópolis, Fritz Lang, 1927)
★★★★★
Como padres de la electrónica, Kraftwerk siempre destacaron por su investigación y sus aportaciones novedosas en el campo del sonido. Investigación que les llevó a actualizar su estudio constantemente para contar siempre con lo último en tecnología. Para este disco estrenaron una nueva maquinita llamada Synthanorma Sequenzer. Se trataba de un secuenciador analógico que era capaz de repetir secuencias de acordes o frases ad finitum. Esto liberaba a los músicos a la hora de repetir sus arreglos y propiciaba la acumulación de capas y capas musicales que enriquecían sus composiciones.
A diferencia de los discos anteriores, en este grabaron dos versiones íntegras del mismo. Una en alemán y otra en inglés. En consecuencia, adaptaron los títulos además de las letras, claro.
En su ansia experimentadora, se hartaron de escuchar el ruido real de los trenes con idea de aplicarlo directamente en el álbum, cuyo título no era casual, sino que homenajeaba al sistema ferroviario internacional del viejo continente. Sin embargo, al final decidieron alterarlo significativamente al encontrarlo poco bailable.
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