domingo, 13 de julio de 2025

Nativity In Black

Black Sabbath (Black Sabbath, 1970)

 

HEAVY BLUES DE CATACUMBA. Toda una muestra de intenciones. El disco de la trinidad impía: Black Sabbath (canción, disco y grupo), muestra su insolencia con el canto lúgubre que lo abre y sigue apareándose de manera primitiva y bastarda con el blues. Por ello aquí todavía hay conexiones muy fuertes con coetáneos como Cream o Led Zeppelin. Están los riffs blueseros y los solos elásticos, aunque es una psicodelia que busca el viaje a las simas del alma en lugar de la expansión mental hippy. 

Pocas veces, si es que ha habido alguna, se ha podido rastrear el comienzo de todo un movimiento de manera tan clara. Hay quien dice que el heavy metal empezó cuando Link Wray subió el overdrive en su ampli y rasgó las primeras notas de "Rumble". Otros afirman que fueron Blue Cheer los que lo empezaron todo con su psicodelia pesada... Por mi parte lo veo clarísimo. Eso fueron los prolegómenos del fenómeno, los preliminares, la preparación, pero el verdadero kilómetro cero del heavy metal está en Black Sabbath. Más concretamente en la canción que abre este disco, en esa lluvia y esas campanas, en esos acordes mínimos y espaciados que ya suenan a doom metal, en esa imaginería demoníaca en su letra y en ese cambio de ritmo tan increíble.

Lo más sorprendente es que todo lo que contribuyó al surgimiento de esta música es más fruto del azar que de plan alguno. Y por mucho que Ozzy Osbourne se lleve los méritos por carisma y por guiar al grupo en su búsqueda de una oscuridad que nadie antes había abrazado, el auténtico arquitecto de todo este sonido fue el guitarrista Tony Iommi, Lord of Doom, cuya aportación es tan incalculable como a menudo infravalorada. De todos es sabido que sufrió un accidente su último día de trabajo en la industria metalúrgica en el que vio amputadas las falanges de dos de los dedos de su mano derecha, la que recorría el mástil de su guitarra. Era zurdo. Los médicos le dijeron que se olvidara de volver a tocar, pero él, pasado el shock inicial, empezó a buscar soluciones inspirado por Django Reinhardt, también tullido y uno de los mejores guitarristas que ha habido jamás.

De todas estas limitaciones surgió el auténtico corazón del sonido de Black Sabbath. Iommi se fabricó unas prótesis con forma de dedal para sus dedos lastimados y cambió las cuerdas de su guitarra por unas más livianas, llegando a usar cuerdas de banjo. Esto le permitía tocar a pesar de la pérdida de sensibilidad y fuerza en sus dedos, aunque alteraba el sonido de la guitarra significativamente, cosa que demostró ser definitiva con el tiempo. Máxime cuando en futuros discos descubrió las ventajas de bajar la afinación de su guitarra varios tonos. Con ello aliviaba notablemente la tensión en sus dedos y además lograba un sonido aún más lúgubre y amenazante.

En este disco, sin embargo, la afinación todavía era estándar. Si sonaba tan diferente a todo era por el uso de tritonos, por ralentizar los riffs hasta lo moroso y por centrarse en las progresiones menores en los temas. Recursos sencillos pero impactantes que nadie antes había utilizado con tal profusión y maestría. En un álbum que grabaron en un solo día. Un disco con una producción ultrabásica, un sonido mate y casi diría que lo-fi, pero que fue capaz de inspirar a todo un movimiento. Eso, junto a su maravillosa portada, lo hacen una obra maestra tan inesperada como incontestable. Un disco al que el tiempo, por fin, lo está poniendo en su sitio.   

★★★★★

A1 Black Sabbath 6:21 ✔
A2 The Wizard 4:24 ✔
A3 Behind the Wall of Sleep 3:38 ✔
A4 N.I.B. 6:06
B1 Evil Woman, Don't Play Your Games With Me 3:25
B2 Sleeping Village 3:46 ✔
B3 Warning 10:32 ✔

Total: 38:12 

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