miércoles, 2 de julio de 2025

Paganismo o muerte

A Pagan Place (The Waterboys, 1984)
 

BIG MUSIC. Si como yo te imaginabas a los Waterboys como esa banda folkie que desgranaba tonadas tan bonitas como insulsas al calor de una fogata nocturna, vas a flipar con este disco. Bueno, con este y con casi cualquier otro, porque Mike Scott y sus secuaces tienen poco que ver con esa idea tan bucólica y tan reposada. 

Lo que te vas a encontrar en el fastuoso segundo álbum de la banda formada en Londres es intensidad, teatralidad y unos arreglos tan bombásticos que te vas a pasar la escucha buscando sin éxito esos restos de folk de los que te han hablado y que están tan fusionados con el ambiente, tan integrados con todo lo que suena, que por mucho que notes que hay mucho de ellos, no vas a saber ni identificarlos ni describirlos.

También vas a darte de bruces con letras pensadas y trabajadas. Poesía y periodismo entrelazados en un imaginario en el que Blake, Yeats o incluso Ginsberg parecen dictar los pasos firmes y decididos de Mike Scott. También un Bob Dylan que siempre ha sido más que un apoyo para el escocés. Nombres sagrados para tratar de entender la enorme calidad de unas historias que lo mismo hablan de amor romántico que de religión o crítica social. A veces incluso entremezclándose en la misma canción.

Ingredientes muy finos y muy selectos para un álbum que suena rotundo y gigantesco. Un disco que sigue el trabajo monumental que iniciaran con su estreno y que prologa ese sumun gargantuesco que iba a ser This Is the Sea (1985). Estamos, por tanto, en el mismo meollo de la etapa más explosiva de los Waterboys. Una época en la que buscaban constantemente la música más inmensa que fueran capaces de escribir y ejecutar. Todo eso cambiaría en unos años, pero en este momento era la idea que vertebraba su forma de proceder. Y ahí es donde nosotros nos beneficiamos, cómo no.

★★★★☆

A1 Church Not Made With Hands 6:02 ✔
A2 All the Things She Gave Me 5:32 ✔
A3 The Thrill Is Gone 5:30 ✔
A4 Rags 5:20 ✔
B1 Somebody Might Wave Back 2:43 ✔
B2 The Big Music 4:46 ✔
B3 Red Army Blues 8:03 ✔
B4 A Pagan Place 5:14 ✔

Total: 43:10 

Es acojonante la cantidad de referencias que retozan en tu mente cuando te pones a este grupo. Referencias que seguro que manejaban a la hora de crear su música, bandas contemporáneas con una carrera en paralelo a ellos e influidos que han tratado de seguir sus pasos con mayor o menor fortuna.

Es difícil decidir por dónde empezar, pero ahí está Van Morrison y su herencia entre celta y soul; Bob Dylan y su poesía infinita; esos Dexys Midnight Runners que parecen emular en la canción de apertura; los mismos U2 o Simple Minds con todo su endiosamiento tremendista; Bruce Springsteen y toda la furia de su heartland rock; los Pogues y su fusión brutal entre el rock y el folk...

Es tan fácil identificar las fuentes y las desembocaduras como difícil asignarlas a tal verso o tal arreglo. Todo está ahí porque lo que ha intentado Mike Scott siempre ha tenido la calidad y la personalidad como banderas sin posibilidad de rendición. Algo indescriptible e imposible que pase desapercibido. 

Como tampoco podemos pasar por alto su amor por los poetas clásicos de su isla. Entre sus muchísimas influencias, elegiremos a un William Butler Yeats que resuena en estos surcos con una fuerza especial.

"I went out to the hazel wood,
Because a fire was in my head,
And cut and peeled a hazel wand,
And hooked a berry to a thread;
And when white moths were on the wing,
And moth-like stars were flickering out,
I dropped the berry in a stream
And caught a little silver trout.

When I had laid it on the floor
I went to blow the fire a-flame,
But something rustled on the floor,
And someone called me by my name:
It had become a glimmering girl
With apple blossom in her hair
Who called me by my name and ran
And faded through the brightening air.

Though I am old with wandering
Through hollow lands and hilly lands,
I will find out where she has gone,
And kiss her lips and take her hands;
And walk among long dappled grass,
And pluck till time and times are done
The silver apples of the moon,
The golden apples of the sun."

("The Song of Wandering Aengus", W. B. Yeats, 1899) 

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