viernes, 23 de enero de 2009

Rock fantasma


The True False Identity (T Bone Burnett, 2006)           
ROCK FANTASMA

La historia de Joseph Henry Burnett es la de un productor que siempre ha deseado hacer su propia música o la de un músico con un oído excelente para trabajos ajenos. En esta encrucijada ha basado una carrera errática y suculenta a la vez. No se puede decir que sea un advenedizo en estas lides. Su primer disco data de 1972 y en este periodo de tiempo ha alternado esta actividad con la producción de discos para, entre otros, Counting Crows, Roy Orbison o Elvis Costello. También habría que destacar su participación en la Rolling Thunder Revue de Bob Dylan, la banda ambulante que le siguió en la turbulenta gira de 1975 por los USA.

En 2006 ofreció una buena excusa para hincarle el diente a su repertorio. Una realmente buena por donde empezar, The True False Identity.

Mr. Burnett debía estar harto de cargar con esa fama de productor fino y gran guitarrista. No dejan de ser méritos, aunque para un músico y compositor se quedan pequeños. El 2006 quedará en la memoria de unos pocos como el año en el que este miembro que fuera de la Rolling Thunder Revue de Bob Dylan a mitad de los 70, fabricó este enorme disco.



"The True False Idenity" bebe del vasto caudal de la americana para regocijarse con un rock irreverente, personal, una mezcolanza de blues, jazz y cacharrería que, más que un homenaje, parece una autoafirmación. En él las guitarras pinchan como nunca, arañan, abren surcos en la tierra y en la carne. Las canciones están cantadas con la mezcla justa de pasión y abandono. Algo que solo se puede aprender con los años.

Sí, esto es un disco que Captain Beefheart, Tom Waits y Bob Dylan mirarían con orgullo y, más importante aún, con algo de envidia. No  todos los días un alumno saca la cabeza de esta forma tan autoritaria y ejemplar. Claro que en este caso no queda tan claro quién es el alumno. Por edad… y por galones.
                                                                                                                                                       
8.0


Este disco comparte algo con esa tétrica costumbre victoriana de la fotografía post-mortem. Ese helor que transmiten unas instatáneas que tratan de inmortalizar el momento como para quedarse con algo de ese ser querido que los ha dejado. No sé si será su portada o la electricidad mórbida que lo recorre, pero algo entre todo eso será lo que me ha traído a la mente esta extraña costumbre que hoy nos parece simplemente una aberración.






 
 

2 comentarios:

  1. Para no saber cómo ibas a llevar el blog este... a buen puerto lo llevas, eh! Señorito intelectual, tú si que estás hecho un gafapasta.

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  2. shhhhhhh! te falta un poquito de gusto, nada más.

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