lunes, 23 de agosto de 2021

El blues de la urbe interminable

L.A. Woman (The Doors, 1971)

 

BLUES ROCK. Lo que más impacta del canto de cisne de The Doors no es su importancia ni su influencia ni su solidez. Todo lo que es no tiene nada que ver con eso. Lo emocionante es comprobar cómo al final consiguen encajar las piezas desde el lado opuesto de sus comienzos. Bueno, tampoco es que esto esté en las antípodas de lo que se podía esperar de los californianos. Más bien amplifica una de sus múltiples facetas: el blues.

Aquí consiguen mostrarnos ese estilo desde ángulos variopintos tintados de rock, poesía y performance. Y lo mejor es que lo hacen de una forma relajada, donde las improvisaciones fluyen y alargan las canciones hasta donde estas piden. Esta atmósfera que conjuraron en el estudio se contagia a las interpretaciones de todos. También de Jim. La seguridad de su fraseo mezclada con la rotura irreparable de su voz otorgan más autenticidad a estos blues. Los seca de toda la humedad de teclados y guitarras con eco. Los ata a la realidad y los hace irresistibles. Sí, a pesar de sus grietas, Jim canta aquí como nunca.

Ya nos avisa con la movida y casi funky "The Changeling", con la saltarina e irresistible "Love Her Madly", con la tórrida y explosiva "Been Down So Long", con el blues lento con solo de garganta "Cars Hiss by My Window". Y al final de la cara A, el primer momentazo épico con la oda de Morrison a Los Angeles; "L.A. Woman" resume en sus 7 minutos todo el amor, la contradicción y la locura que habita y provoca la megalópolis californiana. Versos humeantes que conectan con el aire apocalíptico de la siguiente pieza, la experimental "L'America", guitarra y órgano chirriantes y batería marcial que es engullida por la belleza atemporal de "Hyacinth House". El retorno al blues más ortodoxo no podía ser de otra forma que con "Crawling King Snake". Esto sí es apropiarse del clásico de John Lee Hooker en una interpretación de antología.

Pero no había tiempo para la relajación. Eso querían indicar con el recitado de "WASP (Texas Radio and the Big Beat)", poesía en movimiento sobre una base dura de blues-rock. No cabe duda de que el ambiente estaba más que preparado para afrontar el momento culminante de un disco sobrio, recio y contundente. Un clásico que encuentra más motivos para serlo con su cierre. "Riders on the Storm" se convierte en la coda perfecta para el grupo. Su letra, su ambiente de tormenta que se aleja, la voz doblada en susurros por Jim construyen el que puede ser el mejor tema de la banda. Sin duda el mejor final imaginado. El resumen de una carrera fugaz y de efectos devastadores para la eternidad.

★★★★

A1 The Changeling 4:20
A2 Love Her Madly 3:18
A3 Been Down So Long 4:40
A4 Cars Hiss by My Window 4:10
A5 L.A. Woman 7:49
B1 L'America 4:35
B2 Hyacinth House 3:10
B3 Crawling King Snake 4:57
B4 The WASP (Texas Radio and the Big Beat) 4:12
B5 Riders on the Storm 7:14
Total: 48:25

Aunque en la época era bastante común, hoy resulta destacable que el álbum fuera grabado en vivo casi al completo. Solo se doblaron algunas partes de teclado.

Una grabación que supuso el último álbum en el que intervino Jim Morrison además de ser el primero sin la colaboración del productor Paul A. Rothchild. Bruce Botnick ocupó su lugar. El primero definió la música contenida en el disco como música de cóctel (o mejor dicho de guateque para que se entienda en nuestra cultura).

Una apreciación un poco apresurada, teniendo en cuenta la autenticidad y las ganas de experimentar que bullían en estas sesiones. Como ejemplo, el solo de "Cars Hiss by My Window" no es una armónica. Es Jim Morrison tratando de imitar una con su voz. Aunque una vez que se sabe, se nota con claridad, he de reconocer que no me di cuenta en las primeras escuchas. La joventud es lo que tiene.

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