viernes, 9 de julio de 2010

Los ángulos imposibles

Tom Waits es un grande entre los grandes. De los poquísimos que pueden sentarse a tomar café con Bob Dylan, Johnny Cash, Neil Young o su admirado Louis Armstrong. Es un clásico hecho a sí mismo a base de trompazos y abolladuras y su carrera es el sueño de cualquiera que se dedique a la música. No ha sido un camino fácil ni lineal sino un continuo reinventarse para pasar de cantautor jazzy a gurú marciano del funk cubista. 

Una carrera de casi cuarenta años da para mucho, no cabe duda. Sus 20 discos oficiales hasta la fecha (sin contar recopilatorios) se puede decir que han envejecido estupendamente. Y es que están hechos de materiales resistentes al paso del tiempo. Desde el entusiasmo inocente pero sentido de sus inicios cuando el jazz corría por sus venas y su voz recordaba a la de Louis Armstrong ha ido evolucionando a un estilo aglutinador que engloba el funk, el rock, el jazz, el pop, las músicas eslavas, las de entreguerras y en general cualquier cosa que suene rugosa, beoda y emotiva al mismo tiempo. No es fácil catalogar al último Waits, ese vagabundo iluminado que aporrea cualquier cacharro en busca del sonido perfecto, ese perro de la lluvia que nos ladra con la convicción del que sabe que lo tiene. De Santo Bebedor a Genio Dislocado. ¡Bendito viaje!

3 BÁSICOS

Blue Valentine (78) ****1/2
No demasiado apreciado en general, encuentro clarísimo que es lo mejor que grabara en su época en Asylum. A pesar del extenso minutaje de los temas veo evidente (y no entiendo porqué mucha gente no) que es una obra maestra (casi) a la altura de su reventón a mitad de los ochenta. Este clásico es jazz y blues de vieja escuela con un barniz de modernidad que tumba (véase "Red Shoes by the Drugstore"). Es peliculero y emocionante por lo que cuenta más aún que por cómo lo cuenta. Y eso implica que hay que prestarle una atención que no siempre hay ganas o tiempo de dedicarle. Grandioso recorrido por los bajos fondos de los corazones rotos con elegancia, contención y una producción dorada.

Una copla: "Blue Valentines"

Swordfishtrombones (83) *****
Retorciendo a Louis Armstrong estos "trombones-pez-espada" suenan como el sueño de un borracho y enganchan gracias a sus sonidos nuevos y nunca imaginados. Cualquier cosa sirve para ser aporreada, acariciada o rascada en un magma de sonidos y ladridos que reta al oyente en un pulso de chapa y óxido, lija y metal, donde el jazz deja de ser lo que siempre fue para convertirse en la banda sonora del descubrimiento de un planeta por explorar. Aquí Waits firma el punto y aparte más rotundo, visceral y absoluto de su carrera. Su mejor disco y uno de mis favoritos de siempre.

Una copla: "16 Shells from a Thirty-Ought-Six"

Rain Dogs (85) ****1/2
Este favorito de la afición comparte muchas cosas con su predecesor (tal vez demasiadas) pero amplía la paleta y se mete en terrenos sabrosos donde la taberna, el mar y el cementerio son visitados por esos sonidos de hojalata y esos ladridos mágicos que nos seducen. Me ha costado decidirme por él ya que considero que muestra una cara similar a Swordfishtrombones. Podría haber escogido Mule Variations (99) o su recopilación de descartes y demás oscuridades, Orphans: Brawlers, Bawlers & Bastards (06), pero para ser sincero este es más redondo y por eso me rindo a su factura.

Una copla: "Hang Down Your Head"

La mejor canción

Como con todos los grandes es asunto espinoso decantarse por un simple trocito de enormidad. Podía haber sido "The Piano Has Been Drinking" o "Hang Down Your Head" o "Muriel" o "Soldier's Things" o "Burma Shave" o tantas y tantas que es inútil tratar de glosarlas. Pues haciendo de tripas corazón me tengo que quedar con la apertura de su glorioso Small Change (76), ese maravilloso "Tom Traubert's Blues" que coge el clásico australiano "Waltzing Mathilda" y lo hace harapos para fabricar un tema de nudo en la garganta y corazón al galope. Solo intenten resistirse a esta toma en directo del 77. Tarea inútil.

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