miércoles, 19 de septiembre de 2012

El rey eléctrico de la ciudad del viento

Hay muy pocos artistas capaces de cambiar el curso de la música popular. Incluso entre los gigantes que pueblan esta sección, no todos tienen la misma importancia ni la misma capacidad de impactar a generación tras generación. Pues bien, supongo que se lo imaginan, pero Muddy Waters es uno de ellos.

McKinley Morganfield, que así se llamaba, nació en Rolling Fork, Mississippi, un 4 de abril de 1915. En una época y un área donde la vida para un afroamericano era de una dureza brutal, no es de extrañar que el blues encontrara el caldo de cultivo ideal para explosionarse con la riqueza con la que hoy nos ha llegado. Charley Patton, Son House y Robert Johnson llevaron el cante de las plantaciones de algodón a terrenos nunca antes soñados donde el pavor, el dolor y el sufrimiento moldearon sus vidas y sus voces. Todos, y especialmente Johnson, influyeron notablemente en el joven Waters cuando empezó a foguearse con su voz profunda y esa técnica guitarrística del bottleneck que fue decisiva para el desarrollo del blues del Delta.

Tras este aprendizaje, Waters se muda a Chicago en 1943 donde pronto se convierte en el máximo referente del "nuevo blues". Muddy amplifica su guitarra aumentando el impacto de esas notas secas y afiladas que sacaba de ella. Así creó el colchón perfecto para una voz superdotada en matices y de una profundidad tremenda.

Su influencia nunca podrá ser sobrevalorada. De él surgió y se desarrolló el blues eléctrico que no pararía de mirarse en su sombra en esos guitarristas blancos que dominaron las listas en los 70 y los 80. Ni Gary Moore ni Johnny Winter podrían tener jamás su sutileza, pero aprendieron bien los trucos y vendieron un par de discos de paso. También dio pie a que surgiera el rock, y gente como The Rolling Stones jamás tendrán con qué pagarle tanto robo. Empezando por el nombre del grupo.

Muddy Waters murió el 30 de abril de 1983 cerca de Chicago, la ciudad que le había visto florecer como bluesman comprometido, serio, elegante. La ciudad que le dio todo y a la que él puso en el firmamento del blues para siempre. Como a Chess Records, la compañía para la que grabó el grueso de su repertorio y a la que hizo un símbolo de la industria musical. Lo que Coltrane fue para Impulse!, Muddy lo fue para Chess. Lo que Coltrane fue para el jazz, Muddy lo fue para el blues. Irrepetible. Irreemplazable.

3 básicos

At Newport 1960 ***** (1960)
Documento en directo memorable y eterno. Waters suena con pasión aquí, con una banda engrasada y absolutamente entregada al blues más jondo ("Got My Brand On You") y al más endiablado ("Got My Mojo Workin'"). Y todo sacado de un concierto en una tarde calurosa de verano en Newport. Disturbios, sudor y baile en un documento esencial.


Hard Again ***1/2 (1977)
La vuelta tras un largo silencio y el primer disco fuera de Chess Records. Produce Johnny Winter y el maestro aparece relajado y poderoso para firmar una obra llena de contundencia. Quizás demasiada para la sutileza de su blues azabache. El blanco puede ser muy peligroso. Otra cosa es que pueda manchar siquiera la pureza de un artista mayúsculo.

The Chess Box ****1/2 (1989)
El documento definitivo. Tres CDs que glosan su etapa en Chess. Un resumen que va de 1947 a 1972 y donde caben (casi) todos sus temazos. Una zambullida inagotable para el sediento. Difícil hartarse con brebajes tan refrescantes y adictivos.

Su mejor canción
Si no hay más remedio, y con un cuchillo en la garganta, elijo el "Got My Mojo Workin'" que descargó en Newport 1960. La tensión sexual podía mascarse a pesar de aligerarla con numeritos como ponerse a bailar con uno de los miembros de su banda. Negros bailando, blancos marcando el ritmo y el calor sofocante que exuda la propia grabación. Tuvo que salir de inmediato a tocarla otra vez, tal fue su éxito. ¡Será salvaje!


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