White Chalk (PJ Harvey, 2007)
MISTERIO CONTENIDO. Volátil y sencillo como la tiza que le da título, este disco supone un nuevo amanecer para la de Dorset. He dicho sencillo y quizá no sea el mejor adjetivo que lo describa, porque esconde una nueva complejidad, demasiado sutil para que se aprecie a simple escucha. La complejidad que aqueja a toda reinvención.
Como tal tiene sus riesgos, y no digo
que esta sea perfecta, pero sí que es válida y personal. También
intensa, porque dentro de ese supuesto sonido acariciante se esconde la
misma perversidad, el mismo deseo malsano, la impudicia... Todo lo que
ha hecho grande a Polly Jean. Ha cambiado la guitarra por el piano en
un movimiento que, aunque podía emparentarla en principio con su
(¿ex?)adorado Nick Cave, ha resultado un viaje inmaculado a la
expresión de su personalidad incomparable.
Los juegos vocales son los que ordenan y mandan en un disco que juguetea con la experimentación de Is
This Desire? (1998), pero la desnuda y concreta esa abstracción que
flotaba en el mismo. La concreción, eso sí, da resultados brumosos y
melodías transparentes, si bien esquivas. La marca de la casa en cualquier caso.
Nanas maravillosas que necesitan varias escuchas para florecer en
tu alma con una sensación de eterna insatisfacción. Nunca acaba de
entenderse del todo, y eso puede resultar molesto... O maravilloso.
Sin ser una obra maestra, mucho disco para muchos años.
★★★☆☆
La poetisa norteamericana puede no compartir absolutamente nada en cuanto a personalidad o compromiso artístico con la de Dorset, pero en este disco esa idea parece diluirse hasta que creamos que sí, que de alguna forma son almas gemelas y que la tortura claustrofóbica que bullía en Dickinson ha permeado de alguna forma en una Harvey de la que no nos esperábamos tamaño volantazo.
In thee!"
(Emily Dickinson ,Wild Nights - Wild Nights (269))
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