Buena parte de lo que maravilla de este primer directo de Young está en sus errores. Está claro que, viniendo de un artista de la integridad y la autenticidad del canadiense, el disco no podía contener retoques. Efectivamente se trata de una grabación directa desde la mesa de sonido. El público se oye más bien de fondo, la voz de Neil se rompe con esa fragilidad que siempre la ha hecho tan expresiva, y para colmo hay críticos que han calificado estos conciertos como aquellos en los que peor ha tocado la guitarra. No solo nada de esto parece importar al oyente, sino que más bien da al disco una atmósfera especial que lo sitúa entre las grandes obras del cantautor.
El disco transmite verdad tanto en los momentos de pausa y nudo en la garganta como en cabalgadas eléctricas del calibre de "Time Fades Away" o "Last Dance". Estas junto a "Journey Through the Past", "Don't Be Denied" y una "Love in Mind" grabada en 1971, constituyen las cumbres de un álbum genial que merecería mejor trato y difusión aun a riesgo de dañar su aura.
★★★★☆
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